Lucas Haurie
El gran fraude se llama Jorge
Septiembre ha terminado con dos mitos fraudulentos, ha tumbado a dos gigantes que no tenían los pies de barro, no, sino que eran todo fango ellos mismos. Se acerca octubre dejando atrás a dos «jorges» que creímos capaces de doblegar a todos y cada uno de los dragones que salieran a su paso y que, a la postre, no han resultado ser más que farsantes con biografías maquilladas, puro afeite, fealdad inmarcesible disimulada por la cosmética y la credulidad del prójimo. Ni era verdad que Jordi Pujol fuese un hombre de Estado que con sutiles maniobras aseguraba la gobernabilidad, ni resultó cierto que George Clooney resistiese como el último adalid de la soltería en el mundo. Un par de timadores que han decepcionado a legiones de adoradores por todo el orbe, eso es lo que eran. De santos, ni mijita, y que tengan valor de pedir un obsequio el próximo 23 de abril... Por la misma época en la que uno se llenaba la faltriquera con el cuento de la patria en peligro, ¡el otro se casó! Resulta que llaman del periódico para encargar una oración fúnebre por el penúltimo camarada que aguantaba, hombro con hombro en la trinchera, los embates de la pútrida institución matrimonial, caído en la trampa de una torva morena, y se entera uno por Wikipedia de que el fulano ya pasó por la vicaría en 1989. Fuera ese tío, que apenas si se merece una versión apresurada de aquellos endecasílabos elegíacos de Miguel Hernández. «Que me has engañado como a un chino / compañero del alma, compañero». Sólo cabe desearle que se cumpla el augurio mediante el que un maestro del periodismo sevillano advierte a los incautos que lo invitan a una boda: «Ahora te vas a enterar de lo malo que es follar sin ganas».
✕
Accede a tu cuenta para comentar