Crisis en el PSC
El grano del PSC de Iceta
El PSC de Iceta es el grano que le ha salido al PSOE en salva sea la parte. No tiene mucho arreglo por ahora. Tras la insumisión de los socialistas catalanes en la investidura, contra la decisión del Comité Federal, muchos exigieron a la gestora extirpar el incordio. Al final, Javier Fernández, después de una conversación con Iceta, ha aplazado la intervención. Parece una decisión prudente, en un momento en que los socialistas atraviesan una de las crisis más serias de su historia. Ahora, el remedio podía ser peor que la enfermedad. Ha pesado, sin duda, el hecho de que cercenar al PSC del tronco común era tanto como renunciar de golpe al federalismo y a la reforma constitucional, del que el PSOE ha hecho bandera, y perder toda interlocución con el poder catalán en manos del soberanismo. Es decir, con la ruptura de este puente se romperían otros y gran parte del crédito socialista. Los partidarios de la ruptura creen que la impregnación nacionalista del PSC está impidiendo el despliegue del PSOE en el resto de España y reduciendo, de elección en elección, su peso en la región catalana, por lo que urge acabar con esta situación.
La tesis de los de Iceta de que Cataluña es una nación y España, como escribió Anselmo Carretero y secundó el errático Peces-Barba, una nación de naciones, produce desasosiego en las filas socialistas, en los históricos del partido y en los líderes regionales. Pero lo que se ve inadmisible es la tesis de los nacionalistas-socialistas de aspirar a una «República catalana», federada con España y de usar para ello el «derecho a decidir». Cuando se hizo la Constitución, costó Dios y ayuda admitir la palabra «nacionalidades» para designar a las «comunidades históricas» (como si Castilla, Navarra o Aragón no lo fueran con mejores títulos, y hasta Andalucía, que, con Clavero Arévalo, levantó la bandera de Blas Infante). Fue una concesión de Suárez a Jordi Pujol y Miquel Roca a cambio de contar con su apoyo para gobernar y sacar la Constitución adelante. Conviene aclarar las cosas para impedir apropiaciones indebidas. De aquellos polvos vienen estos lodos. Ahí estuvo el germen de la disgregación, que debería corregirse en cualquier reforma constitucional, pero que se antoja hoy difícil. Puede que el arreglo empiece extirpando del PSOE el grano de Iceta.
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