María José Navarro

El héroe

El otro día se nos murió un héroe, un héroe con nombre de héroe de los buenos, de los que peleaban contra dioses y semidioses con lanza y esas espinilleras de bronce que, tontunas que sabe una, se llaman grebas o cnémidas. (Inciso: no sé bien a quién hay que agradecerle lo difícil que es pronunciar la palabra «cnémida», pero gracias a eso aún no ha caído en manos del periodismo deportivo salvándonos, de momento, de escuchar cómo se coloca Messi las cnémidas). A lo que íbamos, se nos ha muerto Ajax, un perro precioso que, gracias a su profesionalidad y a la de sus cuidadores, salvó a mucha gente al detectar una bomba adosada a los bajos de un coche, paralizado para no activar el sensor de movimiento. Ajax era un experto, un valiente capaz de trabajar con precisión quirúrgica en medio del caos general, un ejemplo de profesionalidad para perros, humanos y empleados del FMI. Ajax hacía además honor a nombre y linaje: como Ajax, primo de Aquiles y Rey de Salamina, era guapetón y con tipazo, tan bien educado y atento que hizo cariñitos al Rey cuando éste le recibió para agradecerle el heroísmo, cuando hacerle cariñitos al Rey se estilaba poco. A Ajax, héroe guapo y bienhechor, le condecoraron por valiente aunque los que hemos tenido perro sabemos que sólo hizo lo que suelen hacer los perros: sencillamente, el bien. Que los perros vinieron al mundo para mejorarlo es algo que sabe bien el sargento de la Guardia Civil que tantos años trabajó con Ajax y todos los que se salvaron de la tragedia. Adiós y gracias oh Ajax, Rey Policía de Salamina, Héroe de Palmanova.