Toni Bolaño
El hombre del bate
El conseller de Interior de la Generalitat, Felip Puig, estaba desaparecido. A mediados de agosto convocó una rueda de prensa para hablar de incendios. Sin embargo, en esa comparecencia acabó incendiando el mundo nacionalista al abrir la puerta a la presencia de Convergència en la manifestación independentista del 11 de septiembre. Desde entonces, Puig mantenía un discreto silencio. Lo rompió el 14-N, en la huelga general.
Lo hizo de la peor manera. El programa satírico de la televisión catalana «Polònia» lo caricaturiza acompañado siempre de un bate de béisbol. Él está encantado. Se jacta de que le han regalado 16 porque refuerza su fama de hombre duro. Independentista convencido, se hizo cargo de la policía catalana y puso orden en un cuerpo que se había convertido en objeto de «palo y tentetieso» por la errática política de su predecesor, Joan Saura.
Lo de estar callado no es lo suyo y «el hombre del bate» encontró en la huelga general su escenario preferido. No acertó justificando la somanta de palos que un crío de 13 años recibió en Tarragona. Y tampoco lo hizo, al poner paños calientes a los palos que recibió otra cría de 16 que afeó a los Mossos su conducta. No empezó el día con buen pie. Y lo acabó de la peor manera posible.
Puig se ha erigido protagonista de la bronca política al no proteger la Jefatura de la Policía Nacional de Vía Laietana. Dice que la Delegada del Gobierno no se lo pidió. Sin embargo, aunque no tuviera esa solicitud, el conseller es responsable de la seguridad y de la vía pública. No puede hacer dejación de sus responsabilidades. Sin embargo, parece que solicitud tuvo y no una. Varias. Al menos en cuatro ocasiones la Policía Nacional pidió protección para sus instalaciones. Y, al menos una vez, el conseller dejó un mensaje grabado en el contestador de la delegada, Llanos de Luna. Pedía disculpas por lo que calificó un fallo del dispositivo.
La política tiene estas cosas. Haces una buena gestión pero un día metes la pata. Y la metedura no se solventa con una disculpa. En política es la dimisión. Dos críos agredidos y la desprotección de la Jefatura en un solo día se antojan mucho. Puig pidió dimisiones por mucho menos. A veces hay que aplicarse el cuento.
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