Julián Redondo
El lobo mesetario
No va más. El juez Ruz ha acusado formalmente a Sandro Rosell y a Josep Maria Bartomeu. El pecado de ambos no ha sido meter la mano en la caja, como parece que ha ocurrido en Osasuna con varios ex directivos, sino enmarañar el coste total de un fichaje que parecía bueno, bonito y barato y demostrado está que no es una ganga.
Los 57,1 millones que Rosell lanzó a la cara del socio acusador, se han convertido en 94,8 y no hay que descartar que, como el Ebro, el nivel de los millones siga subiendo. Rosell vio las orejas al Madrid y encontró en el papá de la criatura al cómplice ideal para que el futbolista terminara en el Barcelona un año antes. Cada gestión para cerrar el fichaje implicaba un contrato más, y otro y otro, y rastros fiscales en teoría difíciles de seguir... Sí, sí. En contra de lo que sucede con el dopaje, en estas cuestiones tributarias la Policía camina un paso por delante del defraudador y ahora que el ministro Montoro se ha puesto serio no escapan del control ni los recogepelotas, que, vista la campaña para regularizar los pagos del fútbol base van a ser los próximos en cotizar.
Directivos en la cárcel o en el banquillo, jugadores imputados o investigados, partidos amañados y, sin embargo, el fútbol sobrevive a lacras, sinvergüenzas, chorizos y tempestades.
O eso es lo que espera Luis Enrique, entrenador azulgrana, que los tejemanejes del entorno no influyan en la marcha del equipo, ahora que lo tiene enfilado hacia el título y con el Real Madrid,ese lobo de la meseta, en su puerta.
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