Alfonso Ussía

El más

La Razón
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Ser el más no es sencillo. El más feo, el más tonto, el más antipático, el más inoportuno, el más grosero, el más listo... El más feo, allá por los tiempos de entresiglos del XIX al XX, según el poeta don Manuel del Palacio, fue un prestamista de Aranda de Duero, don Vicente de Lampárez y Larrea, casado con doña Blanca Monterrubio. «No es tan feo como dicen/ don Vicente Lampárez y Larrea./ Doña Blanca Monterrubio de Lampárez/... es más fea». No tuve, por inconvenientes cronológicos, la oportunidad de conocer personalmente a don Vicente y doña Blanca, lo cual lamento sobremanera. Pero estoy colmado de feos. Mi inolvidado Santiago Amón gustaba de sentarse en los días amables de primavera en una terraza del Paseo de Recoletos. «Repara en la fealdad de la humanidad», me aconsejaba. A mi tía bisabuela Alejandra Aldama Goróstegui, el alcalde de Llodio le tenía prohibido pasear por las calles de la localidad alavesa durante el día. Al verla, los niños de Llodio rompían en llantos escalofriantes dada su fealdad. Y era dama de acrisoladas virtudes. El párroco de Llodio, don Eutiquio Larrínaga, le obligó a acudir a la Santa Misa con un velo negro, bastante tupido, con el fin de ocultar su rostro. «Lo siento, hija mía, pero si te ven la cara me dejas sin clientela». Una historia triste, que por primera vez, me atrevo a narrar.

El más tonto. Para mí, y con todos los respetos, el más tonto de los políticos actuales es Alberto Garzón, seguido muy de cerca por Rafael Mayoral. No he sido presentado a ninguno de los dos, si bien acumulo sus tonterías en mi «Archivo de Tontos». Punset no anda lejos de los primeros puestos, y Jorge Verstrynge es un tonto en la reserva, jubilado. El más tonto que yo he conocido se llamaba Vicente Moranchel Colón, natural de Manises, al que traté de recluta en el Servicio Militar. Un malvado compañero, también recluta y médico, el murciano Antonio Maeso Carbonell, le convenció de que aquel año el permiso de Semana Santa sería más prolongado porque el Jueves Santo y el Viernes Santo caían en lunes y martes, de tal guisa que el miércoles hacía de día puente, y posteriormente llegaba la Semana Santa tradicional. Siete días de permiso.

El más cornudo de la Historia Contemporánea, el huevero de Baracaldo Jokin Arrasate Borrego. Casado con una bellísima «neska» muy frecuentada por los varones mientras él trabajaba en su Huevería, no pudo sobrellevar el peso de sus astas y se suicidó lanzándose al vacío al grito de «¡Marchaos todos a tomar por c...!». En Francia tuvo a su principal adversario. El Conde François de Polignac-Fuchs, que al sorprender a su esposa en la cama con el jardinero, le afeó a este último el mal estado de las hortensias y las begonias. –Lo suyo es intolerable, Pierrot. Esas flores necesitan más agua–.

El más sucio de aspecto es galardón que se disputan Pablo Iglesias, Roures y Anna Gabriel. El oro, la plata y el bronce quedan a disposición del capricho discrecional. El diputado canario de las rastas opta al cuarto premio, porque el quinto le corresponde con carácter vitalicio a Sánchez Gordillo, el titán de Marinaleda.

Y el más cursi, el más no va más de los cursis, tanto por su continente como por su contenido es Artur Mas, si bien en este apartado también compite Punset, con admirable ahínco deportivo pero sin posibilidades de lograr el primer puesto. El premio al más cursi lo concede la Joyería Tous.

Ser el más en lo que sea requiere dedicación y mérito. Mérito como el de este servidor de ustedes que ha logrado superar una semana sin hablar de Puigdemont, Junqueras y el lacito amarillo. Y no es fácil.