Alfonso Ussía

El McLaren MCL32

La Razón
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Antonio Mingote no era partidario del ciclismo. Le extrañaba que a su amigo Luis Berlanga le apasionaran las grandes vueltas y se anclara en su sillón para seguir las etapas de montaña del «Tour», el «Giro» y la «Vuelta». Ironizó sobre el ciclismo en un dibujo formidable. Tres ciclistas profesionales pedaleaban con la lengua fuera mientras subían hacia la cumbre de un gran puerto de montaña. Caían sobre el asfalto chorros de sudor. Entre ellos, muy sonriente, con la gorrilla colocada al revés, en una bicicleta diminuta que llevaba acoplado al manillar un cajón, un vendedor de helados, que les decía. «Un momento, que voy al pelotón de cabeza y ahora vuelvo con ustedes».

Los españoles que nos aficionamos, gracias a Fernando Alonso, a las carreras de coches de Fórmula Uno, estamos de la escudería McLaren hasta las cocochas. Ahora tenemos una segunda opción para la esperanza gracias a la aparición de Carlos Sainz, el jovencísimo hijo de nuestro campeón automovilístico. Con Renault, Alonso le sopló en la oreja a Schumacher y Ferrari. Campeón del mundo. Cambió de escudería, se alistó en McLaren, perdió los buenos consejos de su gran amigo y eminente fornicador Flavio Briatore, y en McLaren, un tal Ron Dennis, le hizo toda suerte de diabluras para beneficiar a su compañero de equipo, Hamilton. De McLaren saltó a Ferrari, un Ferrari más español por el apoyo incondicional del Banco de Santander y Emilio Botín. Pero los Ferrari, que corrían mucho, dejaron de hacerlo cuando Alonso aterrizó en la mítica escudería. Y ha vuelto a McLaren, donde le proporcionan unos modelos muy bonitos y capacitados para competir en una carrera de «Seat Seiscientos». Hamilton y Rosberg lo ganan todo en Mercedes, los Red Bull han perdido fuerza, los Ferrari corren un poco más y Fernando Alonso ha probado el coche que le han diseñado los de McLaren para la temporada inmediata.

El prototipo es precioso. Han cambiado los colores de la escudería y luce el brioso McLaren MCL32 con naranjas y grises sabiamente combinados. Las iniciales MCL del nuevo coche de Alonso responden, con toda seguridad, a McLaren. Y el 32, muy probablemente, al puesto en el que va a llegar a la meta el nuevo McLaren de Alonso siempre que no se detenga humeante en el transcurso de la carrera. Porque en la prueba, practicada en el circuito de Montmeló, los bellos naranjas y grises del coche de Fernando Alonso se vieron obligados a detenerse por culpa de un fallo en el motor. Es mi deber, desde mis escasos conocimientos en la Fórmula Uno, advertir a los responsables de McLaren, que los colores del coche son importantes, pero más aún, el motor. Y si el día del estreno, el motor se escachifolla, apaga y vámonos.

Así que tomaba una curva de Montmeló el MCL32 de Fernando Alonso, y al encarar la gran recta del circuito, un Seat «Panda» en funciones de «safety car» le adelantó para guiarlo hasta los «boxes». Pero el MCL32 no pudo alcanzar la zona acotada de los «boxes», porque, por fas o por nefas, emitió un «prrm puf, prrrm puf puf, prrm puf, puf, puf» y al tercer «puf» se detuvo sin margen para la reacción. Fernando Alonso, asturiano de carácter fuerte y palabra sincera, abandonó el MCL32 mientras hacía comentarios en voz alta de la chapuza de coche que le había tocado en suerte. Llegado a los «boxes», donde le aguardaban los centenares de ingenieros y mecánicos que componen cada escudería, Alonso gritó con contundencia. -¡El coche es malísimo!-, a lo que replicó el máximo responsable de McLaren. –Pero es precioso y lo hemos pintado de dulce de membrillo-, dicho en inglés, claro está.

En resumen. Un año más de aburrimiento.