Julián Cabrera
El mejor embajador
Ni una parte no precisamente irrelevante de la Prensa internacional –especialmente la anglosajona– ni todos los dirigentes de países considerados amigos han tenido en los peores momentos de nuestra crisis económica un comportamiento precisamente leal hacia la imagen y posibilidades de nuestro país.
No acababa de embarcar en el avión el bueno de Espinosa de los Monteros para tratar de revitalizar fuera de nuestras fronteras la maltrecha marca España, cuando se topaba con reportajes y documentos gráficos de miseria callejera y violencia social propios del Estado más tercermundista. La situación ha cambiado año y medio después, han pasado más cosas, entre ellas, un relevo en la jefatura del Estado en el que el auténtico alma de las décadas de mayor prosperidad ha cedido el testigo a las mejores y más preparadas manos posibles.
El Rey Felipe VI no sólo debe pasar rubicones en clave interna con especial referencia en el desafío secesionista catalán, también su papel es fundamental en clave exterior para devolver la imagen de España al lugar de privilegio que le corresponde y aquí aguardan algunos miuras por lidiar.
De entrada, una elección acertada de los colaboradores en materia exterior. La imagen del Rey fuera de casa es la imagen de todo el país y aquí se ha empezado bien, eligiendo el cuándo y el cómo de cada viaje oficial entre nuestros más cercanos vecinos y con el arranque en El Vaticano, pero la gran prueba de fuego llega con el comienzo de curso político y con una visita clave a los EEUU. De su encuentro con Barack Obama, de su discurso en la ONU y de su primera Cumbre Iberoamericana como Jefe de Estado, donde aguardan algunos socios cuando menos variopintos, dependerá mucho el devenir de esta nueva marca España.
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