Marta Robles
El móvil
Un móvil es un espacio repleto de asuntos personales. Un alma postiza donde se guardan instantes de vida, parcelas de sentimientos y hasta errores inconfesables. El lugar recóndito en el que, a veces, habitan las zozobras y se amontonan los secretos... El móvil de Diana Quer ha aparecido. Roto, en el fango, y en el sitio exacto donde los expertos determinaron que se perdía su pista. La tecnología amplía el mundo, pero recorta escondites. Albricias, hemos dicho todos. Sin embargo, la esperanza de encontrar algo en ese aparato mágico es remota. Una foto de los captores de la chica, un vídeo fortuito, robado... O nada.
Sin embargo, Diana madre, se ha apresurado a ir cerca de ese artilugio de metal. ¿Por qué? Si lo entienden como yo, más allá de las posibles pistas que se deriven de la aparición del iPhone de su hija, está su esencia, su voz, su imagen, tantas cosas que circulan por los móviles y a las que casi no damos importancia salvo cuando, de pronto, por alguna extraña circunstancia, el propietario del teléfono desaparece. Como en este caso. Diana no está. Nadie sabe si se la encontrará o si su rastro se perderá para siempre en esa Galicia de sus veranos. Pero está su móvil, su espejo, su referencia. El rincón donde ella lo guardaba todo de sí misma. Incluso lo que nunca confesó a sus padres. Es posible que tampoco a su hermana. El móvil de Diana «hablará» o no «hablará». Pero, en todo caso, de él volverá a salir esa vida de la chica, truncada de pronto en un verano maldito del que casi no se sabe nada. O sí. Los investigadores callan.
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