Política

El pan y la sal del PSOE

El mayor éxito de Pedro Sánchez no es haber ganado las elecciones, lo hizo con un porcentaje de voto de los que, en otros tiempos no tan lejanos, te echaban del liderazgo. Su logro está que su distancia con el segundo es enorme y ha descabezado a la oposición.

Si algo está claro es que no resisten tres partidos políticos en el espectro de la derecha porque no hay votantes para todos ellos. La pelea que han iniciado entre ellos es para determinar quien sobrevive. El Partido Popular reivindica su segundo lugar en las urnas y el poder institucional que aún le queda.

Ahora vienen elecciones municipales y, en muchos lugares, puede darse la circunstancia de que los ciudadanos valoren la gestión eficaz de su alcalde, aunque sea del PP y hayan votado hace unos días a otras siglas. En este sentido, tiene una desventaja inicial Ciudadanos que parte con pocos alcaldes y ningún presidente autonómico.

Pero la gran batalla por el liderazgo de la derecha no se va a librar en torno a la gestión de los ayuntamientos, sino en una clave política más profunda. Hasta este momento, entre preocupados y seducidos por Vox, han competido con el discurso más radical y rancio de la derecha. Albert Rivera cree que le ha salido bien y Pablo Casado está convencido de que no tenía opción y que había que dejar pasar el huracán de Abascal perdiendo el menor número de apoyos.

Después del 28A Rivera ha anunciado que no volverá a haber ningún tipo de acercamiento al PSOE, como lo hubo en otros tiempos, y que va ejercer la oposición contuerza y como si fuese el líder de la misma.

Está por ver que rol se autoasigna Casado. Disputarse a quien es más histriónico y más radical, les llevaría a resultados raquíticos porque, en esa posición, están dejando a Pedro Sánchez una autopista por el centro.

Sin querer, han hecho un gran favor al PSOE que andaba desnortado compitiendo con Podemos a ver quién era más rojo. Ahora ha vuelto a la esencia de la socialdemocracia y de la moderación.

Sin embargo, Pablo Casado puede intentar ocupar un lugar de centralidad en la política española. En esta legislatura habrá que realizar pactos de Estado en relación a Cataluña, en materia educativa o en materia de pensiones. De la inteligencia del líder popular dependerá situarse en la cerrazón del “no es no” o en situar al PP y a sí mismo como un líder a la altura.

Lo primero que le puede hacer diferente de Rivera y Abascal es su voto en la investidura de Sánchez. Si el PP se abstiene, cosa justificable por otra parte, porque el PSOE hizo lo mismo con Rajoy, reaparecerá como un partido serio que tiende la mano frente al apoyo no deseado de los separatistas.

Es cierto que negando el pan y la sal al PSOE ganaría las primarias internas en el PP, pero con una posición de Estado, podría ganar en la calle.