Brexit

El paraíso del cenutrio

La Razón
La RazónLa Razón

Dentro de un par de décadas, en los libros de Historia, cuando se estudie 2016 aparecerá marcado por dos acontecimientos: la victoria del Brexit y el triunfo de Donald Trump, contra todo y contra todos. Les confieso que no fui capaz de prever ni lo uno ni lo otro. Ni imaginaba que 17 millones largos de británicos, un 52% de los que participaron en el referéndum, iban a votar a favor de salir de la UE. Y tampoco que cuatro meses y medio después, los norteamericanos elegirían presidente de la nación más poderosa del mundo, la de la Universidad de Harvard, la NASA, Hollywood y «The New York Times», a un tipo que cuando yo vivía en Manhattan anunciaba chuletones en televisión y apaleaba dólares levantando rascacielos dorados.

Cuando los estudiantes del futuro repasen 2017, seguro que figuran en el temario Trump y el Brexit, pero lo que de verdad aparecerá como trascendental será el terrorismo islámico y eso que eufemísticamente denominamos populismo. La masacre de Nochevieja en una discoteca de Estambul es un sombrío presagio, pero representa sólo una cuenta en ese rosario de atentados perpetrados al grito de «Alá es grande» que ensangrientan el mundo desde mucho: las Torres Gemelas, los trenes de Madrid, los autobuses de Londres, el Bataclan de París, el mercado navideño de Berlín... El cambio, la preocupante novedad, es que en este año se desmoronará ese monstruo que conocemos como Estado Islámico, e intentarán retornar a Europa miles de asesinos fanatizados.

Dice un analista de relumbrón que deberíamos facilitar la «reinserción» de los que marcharon a la yihad. No, oiga, no. Esto es demasiado peligroso para andarse con tonterías progres. Habrá que estudiar cómo afronta Israel amenazas semejantes o seguir las enseñanzas de Putin: «Si lo terroristas quieren ir al paraíso, hay que facilitarles el viaje». Lo del populismo se ha convertido en un cajón de sastre que sirve para etiquetar casi todo lo que disgusta y deberíamos ser precisos. En España, lo que sufrimos es un brote de sectarismo y una eclosión de gilipollas. Cómo si no se puede calificar al cenutrio de Sánchez Mato, concejal podemita de Madrid, que arranca 2017 festejando en un tuit el centenario de la «hermosa» Revolución Bolchevique y desea que sea «estímulo para la construcción de fraternidad internacional».

Fraternos no debían ser mucho Stalin, Yezhov, Beria, Dzerzhinski y compañía, porque provocaron 20 millones de muertos y dolor sin límites.