Cristina López Schlichting
El peligro de simplificar a Trump
¿Es Trump demonio o ángel? La opinión española gusta del blanco o el negro. Pareciera que quisiésemos reducir todo a un código binario. Pero la realidad se resiste a estas simplificaciones. Por ejemplo, Donald Trump apoya un proteccionismo económico desconcertante, sin embargo impulsa la defensa generosa de la vida. Hace un discurso muy agresivo con los emigrantes y a la vez está casado con una inmigrante. Es demasiado pronto para juzgarlo.
Estamos en un gigantesco cambio de época que, desde la Inglaterra del Brexit a los partidos populistas, está estallando moldes. Hay movimientos de población masivos, dolores y rabias desatados por la crisis económica y se ponen en duda los esquemas vigentes desde la guerra mundial.
Existen evidentes paralelismos con los años treinta del siglo XX, pero la Historia no debe servirnos para repetir los errores, sino para anticiparnos a ellos. Entonces ocurrió también que la gran potencia, Alemania, se veía debilitada y escarnecida, y que lo políticamente correcto impidió ver que entre las masas crecían el rencor y antisemitismo. Y llegó un líder vociferante y puso nombre a las cosas. Y por seguirlo sin ambages se produjo un desastre en Europa.
No estoy diciendo que Trump sea Hitler, lejos de mi tal esquematización. Lo que estoy escribiendo es que es hora de preguntarnos por qué Gran Bretaña se ha ido de la UE y por qué EEUU quiere irse del orden mundial. Puede no gustarnos lo que estamos viendo al otro lado del mar, pero está pasando y hay millones y millones de personas que han votado a favor de ello.
Por debajo de los preciosos discursos de Obama había una caldera crepitando. Un fuego de disgusto y desilusión de quienes estaban constatando que las propuestas ideológicas que movilizaban millones y millones de dólares del Gobierno no les daban de comer ni les proporcionaban esperanza. Me refiero a la deslocalización de empresas, los sueldos bajos, las políticas abortistas, las leyes de género. ¿Alguien se ha preguntado si todo el mundo quiere verdaderamente lo que la cultura dominante impone? Porque a lo mejor, más allá de los glamurosos discursos de actores de Hollywood sin problemas para llegar a fin de mes hay una masa enfurecida de gente que busca desesperadamente una salida.
Y ahora llega un barbaján insultante y encandila con sus directrices claras, sus soluciones rotundas, sus golpes en el atril. De pronto proporciona una ilusión colectiva.
A lo mejor ha pasado el tiempo de hacer manifestaciones feministas o de algarabía en los medios. Tal vez haya que ponerse a pensar qué hemos hecho mal. Porque no es posible que hayamos hecho todo bien cuando la guerra y la pobreza florecen en el mundo. Cuando las clases medias de los países prósperos se consumen de impotencia. Cuando año tras año se abortan millones y millones de seres humanos y, a la vez, disminuye pavorosamente la natalidad. Nuestro proyecto colectivo está naufragando y nadie parece darse cuenta. Nadie excepto Trump, por eso él lleva ventaja.
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