El pensamiento zombi

Lezama Lima tituló su obra magna «Paradiso». Una ironía que le costó vivir encerrado en su casa de La Habana sin poder salir al exterior, en ese paradiso que era la isla cárcel de los hermanos Castro. Willy Toledo tiene la oportunidad de leerla y preocuparse por cuantos siguen encerrados en sus cárceles, visitarlos e interesarse por las razones que los condujeron allí. Pero nadie es tan necio, pues sabe a dónde conduce alternar con la disidencia, al calvario de Carromero, o la imprudencia de preguntar lo evidente: ser «parametrizado» y empaquetado a Miami con la gusanera. Willy Toledo no es un héroe, ni un revolucionario, ni siquiera un jeta, es el producto más acabado de la «dictadura del progretariado», estadio superior del pensamiento zombi. Un iluminado de izquierdas que va por el mundo sin enterarse de nada, y mira que la realidad es conspicua: hasta el más ciego que llegara a La Habana, sin ánimo crítico, no dejaría de ver la miseria y la hambruna y el sistema de control que padecen los cubanos con la guardia cederista de vigilancia revolucionaria. Lo cuentan ellos mismos sin que nadie les pregunte. Lo evidencian cuantos se han ido.

Quien piense que nuestro hombre en La Habana ha ido a Cuba a subvertir el orden establecido que las democracias «formales» no le permite está equivocado. Ha ido a divertirse y a demostrarse a sí mismo que cuanto se dice contra Cuba y su feroz dictadura es mentira y que, de ser verdad, la culpa es de Estados Unidos y el boicot de la dictadura del capitalismo. Willy debe ignorar esta paradoja: que para pasear con tranquilidad por La Habana vieja han sido necesarios miles de muertos y exiliados y un ejército vigilando para que él no encuentre problemas. Según Revel, la ideología comunista ofrece al buen salvaje tres dispensas: intelectual, práctica y moral. Lo peor de Willy Toledo no es que sea un zombi –la izquierda es tan zombi como su ideología– es haberse convertido en un incordio porque repite lo que todos piensan y nadie dice en voz alta, porque ya no es políticamente correcto: que Cuba es el paradiso.