Presidencia del Gobierno
El problema de la corrupción
Hay diversas causas que explican el grave retroceso sufrido por el PP en las autonómicas y municipales. Es evidente que el resultado no ha sido bueno aunque formalmente sea el primer partido tanto en el cómputo global como en el número de concejales obtenidos, y que no consigue sus expectativas. No se trataba de repetir el resultado excepcional de 2011, pero ha causado sorpresa la pérdida de algunas mayorías absolutas que parecían seguras tanto en comunidades como en municipios. La cuestión es saber si existe o no tiempo para reconducir la situación y lograr una victoria clara en las generales. Estoy convencido de que es posible, aunque no resultará fácil. Es posible que algunos busquen interpretaciones positivas de lo sucedido, en el sentido de que pueda servir de acicate para que el votante de centro derecha se movilice. Me parece una interpretación simplona. Uno de los problemas más graves que ha tenido el PP es su asociación con la corrupción. Es cierto que todos los días encontramos noticias tanto en España como en el resto del mundo de escándalos de este tipo, pero han sido muchas cosas las que han confluido hasta provocar un enorme desgaste en el PP. Rajoy sigue siendo el mejor candidato para ganar unas elecciones. Es un político honrado, serio y eficaz, aunque no tiene las formas de un actor de cine o un telepredicador. Los países serios optan por políticos serios aunque no sean líderes carismáticos y mediáticos. Lo que necesitamos son buenos gobernantes, porque no podemos frivolizar la política como si fuera un «reality show». Se ha generado una percepción de excesiva frialdad y tecnocracia alrededor del Gobierno. Ha faltado empatía. La gestión ha sido muy buena en circunstancias catastróficas, pero ha fallado la comunicación porque, incluso las decisiones malas y duras, hay que comunicarlas. Ahora hay que poner orden en el Gobierno y en el partido para alumbrar un proyecto ilusionante que concite, una vez más, la adhesión del centro derecha. Hace años coincidí con el presidente de una de las mayores multinacionales estadounidenses, que acababa de lanzar una opa hostil sobre un competidor. Con una cierta ingenuidad le pregunté por la financiación y me respondió que no era importante porque para eso estaban los bancos. Me dijo que lo único que le había preocupado era contar con buenos equipos de comunicación y de asesoría jurídica. Es lo que necesita Rajoy, aunque cambiando lo segundo por política y política.
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