Toni Bolaño
El PSC, gangrenado
El socialismo se había tomado un respiro en Granada consiguiendo formular una propuesta federal sin demasiadas aristas. Rubalcaba y Pere Navarro, el líder del PSC, cerraban una herida después de mucho esfuerzo y tesón. Las duras críticas recibidas, por populares y nacionalistas, les situaba en el debate político, por primera vez en meses. Pero, la alegría ha durado poco. Han bastado 48 horas para que los sectores más nacionalistas del PSC se levanten contra su dirección, y contra el PSOE. El acuerdo es insuficiente, claman, aunque realmente cualquier acuerdo hubiera sido para ellos insuficiente. Su objetivo no es la España federal. Su proyecto es formar un partido socialista ajeno a la disciplina del PSOE.
Y en esta semana despliegan toda su artillería. Hoy, se constituye el Fòrum Cívico con el alcalde de Lérida, Angel Ros, a la cabeza. Le acompañarán los ex consejeros Marina Geli y Joaquim Nadal. La guinda la pondrá la presencia de Ernest Maragall que meses atrás constituyó su propio partido. No deja de ser curioso que el núcleo duro de este Fòrum este compuesto por dirigentes socialistas de Lérida y Gerona los que peores resultados registraron en las pasadas autonómicas. Por si fuera poco, la corriente crítica oficial Avancem celebrará este viernes el primer aniversario de su constitución. Su líder, Joan Ignasi Elena, está tensando la cuerda en las últimas semanas con Pere Navarro. Amagó con la ruptura ante la negativa del PSC a formar parte del Pacto Nacional por el Derecho a Decidir convocado por Artur Mas. No hubo arrestos suficientes para hacer efectiva la amenaza, pero el pulso se mantiene. El jueves se presenta el manifiesto «Juntos en Europa» firmado, entre otros, por Ernest Maragall y por el actual consejero de Cultura, Ferrán Mascarell, que abandonó el PSC por un sitio en el Gobierno nacionalista. Sobre la mesa, una candidatura única catalana en las próximas europeas. «Al final se marcharán», apunta un dirigente socialista. De momento, no lo hacen. Estar dentro del PSC, y ser críticos con la dirección, les otorga un plus mediático del que carecerían si abandonaran las filas socialistas. La ruptura es una evidencia pero unos no se van porque, ¿dónde irán que más valgan? Otros no se atreven a tomar la decisión de expulsar a los disidentes para no aparecer como los malos de la película. Ninguno pone el cascabel al gato. La agonía del PSC entra en fase terminal. Está gangrenado.
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