Lucas Haurie
El PSOE-A será nacionalista
Hoy comienza oficialmente una campaña que en realidad se desarrolla desde hace tiempo y que en Andalucía se prolonga desde enero, cuando Susana Díaz disolvió la cámara autonómica, la misma que ahora apisona con la impagable (es un decir, los favores en política siempre se cobran) complicidad de Juan Marín. La berrea electoral, digo, arranca hoy con la visita de Pablo Iglesias a Kichi y sobre todo con los ecos de la última encuesta del CIS, ese chiringuito demoscópico que el contribuyente le paga al gobierno de turno. A falta de que la réplica juntera (el CADPEA o así) lo desmienta, que no lo desmentirá porque sirve con abnegación a su señora, emana una conclusión clarísima de los datos regionalizados: el socialismo ha emprendido un camino acelerado de conversión en un fenómeno netamente andaluz, una especie de «movimiento de país» al estilo del que CiU fue en Cataluña hasta hace unos meses. Fuera de su sucursal sureña, que aportará un tercio de los diputados, el PSOE es una marca residual, por lo que aquí necesitará despojarse cuanto antes de todo matiz ideológico para revestirse con ropajes identitarios, que es la única fórmula testada con éxito para conseguir que una población permanezca de buen grado ajena al progreso. Uno de los factores diferenciales de nuestra personalidad colectiva será que votamos a los nuestros, a los del terruño, no a los «charnegos» (los guionistas orgánicos trabajan a marchas forzadas en la creación de un neologismo) que pretenden subsumirnos a las políticas de Madrid. España rechaza a los socialistas, de modo que la única forma de conservar el negocio es lograr que la clientela rechace a España. Qué poquito vamos a tardar en verla envuelta en la bandera verdiblanca.
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