Política

José María Marco

El rebrote del radicalismo

El rebrote del radicalismo
El rebrote del radicalismolarazon

Parece confirmarse la información según la cual el asesino del periodista James Foley es un ciudadano británico. De ser así, se habrá visualizado con una intensidad nueva un hecho del que se viene hablando desde hace meses. Es la captación y la formación de jóvenes europeos para participar en la ofensiva terrorista actualmente en curso en Siria y en Irak. Y luego, seguramente, para volver y practicar aquí, en los países europeos, la yihad contra sus compatriotas. La novedad no consiste en la brutalidad del asesinato, ni en la amenaza para tiempos venideros, cada vez más próximos. La novedad consiste en que un joven británico haya sido capaz de realizar y –sobre todo– exhibirse como autor de un acto tan bestial. Eso señala un fallo profundo en la transmisión de los principios y las virtudes de nuestro mundo. Los españoles, como los franceses y los británicos, sabemos bien que la amenaza yihadista no está fuera de nuestras fronteras. Ahora hemos de constatar que las democracias liberales no están generando, en su propio espacio político, la adhesión de sus ciudadanos a los valores de respeto a la vida, pluralismo y tolerancia de los que estamos legítimamente orgullosos. Por eso el asesinato de James Foley es distinto. Señala una ruptura en la continuidad, una quiebra que no nos pone sólo frente a los yihadistas y al terrorismo islámico, sino frente a lo que no hay más remedio que llamar un fracaso en la transmisión de nuestros principios y valores básicos. No es cuestión de asumir una culpabilidad que no nos corresponde, ni de intentar equiparar formas de vida entre las que no hay nada en común. Se trata, más fríamente, de entender cómo y por qué, en una atmósfera de creciente radicalismo y de permisividad, cuando no de aplauso, ante el antisemitismo y las actitudes antipolíticas y antisistema, el fanatismo está rebrotando con tal virulencia en los países democráticos. El ejemplo de James Foley y la entereza de su familia indican, por su parte, que no todo está perdido, ni mucho menos.