Francisco Marhuenda
El reto de un segundo mandato
Rajoy tiene un reto muy difícil, porque se presenta a la reelección en un escenario desfavorable, pues aunque es cierto que ganó las elecciones europeas y municipales, lo hizo sufriendo un importante desgaste. Fue una victoria que sabía a derrota. González, Aznar y Zapatero consiguieron un segundo mandato, aunque es cierto que el primero perdió en 1996, pero no hay que olvidar que gobernaba desde 1982. En condiciones normales, Rajoy ganaría con claridad, pero la realidad es que el escenario político es tan abierto como volátil. Las encuestas le dan ganador, pero parece que no sumaría con Ciudadanos y que tendríamos un gobierno de Pedro Sánchez con el apoyo de Podemos, aunque Pablo Iglesias espera ser la formación hegemónica de la izquierda. En elecciones anteriores me hubiera resultado un planteamiento excéntrico, pero en estos momentos resulta evidente que una parte del electorado tradicional del PP sigue indecisa y otra ha apoyado a Ciudadanos. El reto para Rajoy es enorme y además no quiere pasar a la historia como un presidente que no consigue un segundo mandato. Es verdad que la recuperación es tan intensa como sólida y que existe temor en el centro derecha ante el fenómeno de Podemos, pero la gran incógnita es saber si el PP puede recuperar el terreno perdido y ganarse la confianza de los votantes descontentos. El aspecto sentimental y emotivo es muy importante. Es parte de lo que ha sido el error en la comunicación. No les gusta mucho que se diga, pero se ha creado una imagen de frialdad y falta de empatía. En la sociedad del «buen rollo» no basta con hacerlo bien y ser serio, porque hay que crear vínculos afectivos. Un ministro decía en broma que «hemos conseguido cabrear a todo el mundo; bueno, creo que hay uno en mi circunscripción del que nos hemos olvidado, pero seguro que lo haremos en cualquier momento». Es bueno tener sentido del humor. Ahora le toca a Rajoy resolver estos problemas y mostrar que, además de serio, eficaz y honrado, es un gran político. Y es bueno que recuerde que la tecnocracia es positiva para la gestión, pero no para el Consejo de Ministros.
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