Julián Redondo
El revés y el sopapo
Al presidente de la Federación de Tenis de Madrid, donde se alza la Caja Mágica –templo cuya razón de ser es el deporte de la raqueta– le resulta extraño organizar ahí, entre el 13 y el 15 de septiembre, el España-Ucrania que decidirá la permanencia de uno u otro país en la primera división mundial. El consistorio capitalino pagará 400.000 euros por la eliminatoria; a cambio, recibirá el 60% y el 50% de la recaudación por entradas y palcos, respectivamente. No lo entiende, a pesar del previsible éxito y de los piropos que recibió la renovada pista –perdurable arcilla de Roland Garros– de los actores principales, y especialmente del vencedor, Rafa Nadal. En su carta de protesta, alude también a que en esa fecha «ya se conocerá la sede de los JJ OO de 2020, por lo que esta designación carece de oportunidad política». Cuesta imaginar lo que tiene de político que el equipo nacional, con sus primeros espadas dispuestos a competir para evitar un disgusto, dispute un partido tan importante en Madrid frente a un rival que sólo puede agarrarse a Dolgopolov. Como cuesta entender que en las últimas elecciones a la presidencia de la Federación Española el presidente de la madrileña apoyara sin fisuras a John Rigau –candidato a la fuga propuesto por el independentista catalán Ivan Tibau–, que antes de ver las urnas optó por no presentarse. Por todo ello y por lo que parecen absurdas contradicciones, al leer la citada nota de prensa uno de los integrantes del equipo español de Copa Davis exclamó: «¡Es un imbécil!». ¿Esto qué es, un revés o un sopapo?
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