Francisco Marhuenda
El ridículo de 1640, 1714, 1931 y 1934
Los nacionalistas han buscado siempre en el exterior un modelo para explicar su proyecto para Cataluña. Pujol sumaba ocurrencia tras ocurrencia. Unas veces era California, otras Japón, luego le gustaba Finlandia, Holanda, etc... La verdad es que del orden no me acuerdo, pero no altera el resultado, que era realmente mareante. Por supuesto, todo ello aderezado de la peculiar interpretación mitificadora de la historia de Cataluña que nunca se ha correspondido con la realidad. Todo ello sería muy divertido, propio de una película de humor, pero Pujol sentó las bases del problema que ahora tenemos. Lo hizo desde el control férreo de las instituciones de autogobierno, una política clientelar propia del caciquismo más rancio, la educación convertida en un mecanismo de adoctrinamiento, unos medios de comunicación pública al servicio de la propaganda patriótica, los intelectuales orgánicos del régimen y unos recursos presupuestarios ilimitados para «construir un país». Todo ello ha creado un bloque social independentista que ha encontrado en la crisis económica su efímera oportunidad.
Es muy significativo que Crimea no les sirva de ejemplo, aunque Mas puede hacer como en 1640 y ofrecerse a Francia como hicieron nuestros ancestros con Luis XIII. Es uno de los mayores ridículos, junto con 1714, que hemos sido capaces de protagonizar los catalanes. Otra salida sería ofrecerse a Andorra. Lo único malo es que el copríncipe de la confederación andorrana-catalana sería Hollande. Lo que está diáfanamente claro es que la Unión Europea jamás aceptaría un proceso independentista en Cataluña por más que se empeñen Mas y sus seguidores. A estas alturas creo que debe tener muy claro que PP y PSOE no aceptarían ser las comparsas en una estrategia independentista que conduce al desastre. Ni referéndum ni consulta. Nada de nada. Con respecto a una iniciativa unilateral, al estilo de Macià en 1931 o Companys en 1934, sólo tendría como salida la suspensión de la autonomía y el procesamiento de Mas y los que le acompañaran en ese carnaval político. No descarto que quiera hacer el ridículo como en 1640 o 1714, porque no hay nada peor que dejar un gobierno en manos de una persona mediocre que tiene una gran habilidad para el fracaso político y empresarial. Mucho ruido y pocas nueces.
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