Iñaki Zaragüeta
El separatismo, un fin inútil
Los gobernantes separatistas de Cataluña ya aburren. Su objetivo es imposible. Lo saben, pero por si había duda, el Tribunal Constitucional la aclaró ayer definitivamente y por unanimidad al «suspender de manera cautelar las dos resoluciones aprobadas en el Parlament que abrían la vía a la celebración de un referéndum de independencia en 2017, pese a las sentencias contrarias y advertencias previas del propio Alto Tribunal». No pudieron celebrarlo cuando pretendieron. Se contentaron con un simulacro inútil que condujo a ninguna parte. Y no podrán celebrarlo tampoco en 2017, ni en 2018... Tendrán que volver a contentarse con una segunda pantomima. Es inútil y lo inútil, ¿para qué sirve? Para nada. Un Estado de Derecho está fundamentado en el cumplimiento de las leyes y la manera de eludirlas es modificándolas. Nada pueden hacer mientras la Constitución consagre que «la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado (Artículo 1.2)». Los gobernantes separatistas de aquella autonomía saben a qué se exponen si insisten en su empecinamiento de vulnerar las leyes. Irán procesados ante los tribunales y, si así lo decide la Justicia, pueden acabar entre rejas. Así lo indicó la sentencia el TC, que advierte a los presidentes de la Generalitat, Carles Puigdemont, y del Parlament, Carmen Forcadell, de su deber de «impedir o paralizar cualquier iniciativa que suponga ignorar o eludir la suspensión acordada» y les apercibe de las «eventuales responsabilidades, incluida la penal, en las que pudieran incurrir». Queda, por tanto, abrir las conversaciones con Sáenz de Santamaría, con despacho en la Ciudad Condal, bajo las premisas de la Constitución de 1978. Así es la vida.
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