Rosetta Forner

El silencio de los acosados

La Razón
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El ‘moobing’ es una suerte de ‘terrorismo’ –acoso- psicológico que una persona ejerce sobre otra ya sea en el ámbito personal, laboral, familiar, pareja. La práctica del ‘ninguneo’ o actitudes displicentes está generalizada. A veces, es muy sutil. En otras está normalizada dado que, el estilo que se lleva en muchos de los programas televisivos, es de desprecio, burla, mofa y befa del ‘matón o matones’ hacia los escogidos como ‘víctimas’. En una sociedad con baja autoestima es fácil enseñar conductas disfuncionales y esparcir consignas ‘displicentes’ sin que la mayoría se aperciba de ello. El experto Iñaki Piñuel detalla una lista de 42 claves para saber si hay ‘moobing’. Por ejemplo: “6. Inventan y difunden rumores y calumnias acerca de mí de manera malintencionada. 7. Minusvaloran y echan por tierra mi trabajo sistemáticamente no importa lo que haga. 27. Me humillan, desprecian o minusvaloran en público ante otros colegas o ante terceros. 37. Se hacen bromas inapropiadas y crueles acerca de mí.”. Actualmente, exhibir opiniones discrepantes con la ideología de izquierdas (ser católico, políticamente de derechas o similar, respetuoso con las ‘tradiciones’), es tildado de ‘retrógrado, recibiéndose críticas, simplemente, por no ser o pensar como ellos. Empero, la discrepancia es necesaria para tener una autoestima sana y una democracia fuerte. En vez de agachar la cabeza y tragar, mejor aprender a poner los límites, potenciar la inteligencia emocional, tener principios y ser fieles a los mismos, ejercer el derecho a tener creencias propias y no renegar de las mismas, no traicionar la integridad. Así se es psicológicamente más fuerte y se fomenta el respeto de las diferencias. El que acosa a otro lo hace porque no sabe cómo liderar la situación, es decir, es un cobarde con ínfulas que se parapeta en la ‘agresividad’ para compensar su complejo de inferioridad. Sufrir en silencio, creerse los insultos, aguantar el acoso... ¡jamás! La vida es el bien más preciado que tenemos, ergo el suicidio nunca debería ser la salida a una situación de moobing sino el plantar cara y buscar ayuda para establecer los límites pertinentes.