César Vidal

El techo de UPyD

Fue hace algo más de un año. Entraba yo a un espacio de Historia que desarrollaba en el programa de un amigo y no pude evitarlo. «¿Pero tú crees de verdad que merece la pena que apoyes tanto a UPyD?», le pregunté entre la perplejidad y el temor de que mi amigo estuviera columpiándose. «Sí», me dijo con seguridad, «UPyD puede cambiar muchas cosas. Lo verás en las próximas elecciones...». Mi escepticismo se disparó al escucharlo y exclamé: «Pero ¿cuántos escaños crees tu que puede llegar a sacar UPyD?». «Cien», me dijo rebosante de optimismo. Me contuve porque era consciente de que mi amigo jamás escuchaba lo que no deseaba oír. Me contuve, pero no del todo. «Pero», dije, «si con cien escaños se pudiera gobernar, lo habría hecho Fraga, ¿no?». Me lanzó una mirada que lo mismo podía querer decir «no te enteras» que «tú eres tonto» o «¿cómo te atreves a contradecirme?». La realidad, sin embargo, es que ha ido pasando el tiempo y UPyD no sólo no tiene la menor posibilidad de alcanzar el centenar de escaños – con los que, insisto, no se puede gobernar–, sino que parece haber tocado techo. De hecho, en un gesto de sensatez, uno de sus prohombres, al que entrevisté en alguna ocasión, aboga por la conveniencia de aliarse con Ciudadanos. Posiblemente, la razón de ese estancamiento se encuentre en la propia naturaleza de UPyD. Sus propuestas sobre el terrorismo o el ordenamiento territorial resultan, a mi juicio, impecables, pero hasta ahí llega todo. A decir verdad, más allá de esos temas –que son relevantes–, parece que no tiene programa. En sus filas se dan cita gente como Rosa Díez –que podría militar perfectamente en un PSOE menos rancio y corrupto que el actual – junto a otros que están a la izquierda del PSOE y que encajarían por muchas de sus propuestas en Podemos o pensadores situados entre el liberalismo y la socialdemocracia inteligente. Para Ciudadanos, que aspira a quedarse con el voto perdido del PSOE –en las europeas todos descubrimos que se habían situado a toda máquina en la izquierda–, UPyD no es un aliado lógico, sino un rival; para el votante de izquierdas, el mensaje apocalíptico de Podemos resulta mucho más atrayente y, para el desengañado del PP, UPyD no pasa de ser una izquierda razonable para estar en la oposición, pero no para otorgarle el voto. Mucho me temo que UPyD, en contra de lo que pensaba mi amigo, ha tocado techo.