Toni Bolaño

El último botifler

Un conseller de la Generalitat me dijo hace unos meses que CiU acumulaba tres grandes errores en los últimos meses. El primer error convocar elecciones anticipadas porque fueron un absoluto fracaso. El segundo colocar al culpable de este fiasco como conseller de presidencia. Y tercero, que Francesc Homs acumulara la responsabilidad de portavoz del Govern al tiempo que responsable del proceso de transición nacional. Otro conseller, al hilo de estas afirmaciones, me comentaba en su despacho «estamos haciendo las cosas a impulsos y vamos a un callejón sin salida».

Homs es conocedor de estas críticas que en Convergència se expresan en privado y que en Unió se verbalizan a voz en grito. Le acusan de entreguismo a Esquerra Republicana de Cataluña y de abocar el proceso soberanista al fracaso y a la frustación. No se da por aludido. Lo que algunos auguran como callejón sin salida, él lo ve como la oportunidad de promover el enfrentamiento y agitar los sentimientos en pro del objetivo final. El conseller portavoz Homs, en su papel de aprendiz de Goebbels, ha puesto en marcha su teoría del caos sustentada en todo un aparato de propaganda y agitación en favor de la secesión. Nada es lo que parece en su universo virtual en el que los catalanes son víctimas propiciatorias de una España imperialista, explotadora y predemocrática. Con este discurso, no es de extrañar que individuos como el cantante Albert Pla diga que le da asco ser español o como el actor Joel Joan, cuando era presidente de la academia de cine, que afirmó que ya llegará el momento de ajustar cuentas. Estas voces de la «inteligencia» se convierten en la calle en pintadas de «fuera de Cataluña» o «fuera fascitas» dedicadas a todos aquellos que ponen en cuestión la verdad imperante, y en las redes sociales toman forma de insultos escabrosos o amenazas más o menos veladas.

El martes pasado, Francesc Homs, en su línea argumental, presentó su memorándum de agravios buscando un nuevo cuerpo a cuerpo. Lo hizo como si su documento fuera irrebatible, como una representación visual y escrita de la verdad absoluta. Cuarenta y ocho horas más tarde, su «ejercicio de transparencia» ha sido puesto en duda por el presidente de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran i Lleida, que, además, advierte que en aventuras de consultas ilegales no cuenten con él.

En el argumentario que maneja Francesc Homs, Duran encarna la herejía. Se ha convertido en último botifler.