Primarias en el PSOE

El voto de los que te conocen

La Razón
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Hoy presenta oficialmente su candidatura a la secretaría general del PSOE la Sra. Susana Díaz. Estarán los dirigentes territoriales más representativos, la mayoría de los presidentes autonómicos, los ex presidentes del Gobierno, antiguos rivales como el Sr. Alfredo Pérez Rubalcaba y la Sra. Carmen Chacón y, sobretodo, una gran nube de militantes que desean un Partido Socialista fuerte y central en la política española.

La primera reflexión que se viene a la cabeza es que todas las distintas sensibilidades, matices y maneras de pensar que históricamente han rivalizado en el Partido Socialista, han confluido en la misma opción. Bien se podría decir que el PSOE va a arropar a la Sra. Díaz en el pistoletazo de salida de las primarias.

Esta convergencia de afinidades es una enorme oportunidad, no solo para la Sra. Díaz, sino para el PSOE, porque puede ser la primera organización en nuestro país que elija a una mujer en el liderazgo del partido y eso es una ventaja en la carrera hacia la Moncloa que obligará a mover ficha a derecha e izquierda de los socialistas.

El PSOE puede salir reforzado, pero hacen falta varias condiciones previas: la primera es que todos los protagonistas quieran más al partido que a sí mismos. Parece una obviedad, pero los ataques en redes sociales son preocupantes porque responden a estrategias de desgaste parapetadas detrás de los conocidos “trolls” o cuentas anónimas.

Intentan generar estados de opinión que influyan en los medios de comunicación que, a su vez, predominen en los ciudadanos. El resultado siempre es el mismo: no se mueve un voto en las primarias, pero deterioran la imagen del partido.

La segunda de las condiciones es que todo discurra con la máxima transparencia. Los fondos utilizados para la campaña deben ser controlados por el PSOE, porque es su propia imagen la que se expone.

Recorrer España durante meses, abrir locales “paralelos” en la calle Ferraz y desplazar todas las semanas a los mismos 800 militantes tiene un coste, que debe ser conocido y fiscalizado por la dirección gestora, de manera que se cumpla la ley y que todos los candidatos tengan las mismas oportunidades.

La segunda cuestión destacable del nuevo escenario interno de los socialistas es la soledad en la que han dejado al Sr. Pedro Sánchez todos aquellos que han estado cerca de él, empezando por sus más estrechos colaboradores.

Los socialistas llevan más de un siglo debatiendo sobre cómo hacer las cosas. Quizá es una discusión sin final, de ahí que el socialismo democrático se perfecciona continuamente y, generalmente, coincidiendo con sus crisis internas. Puede no haber habido unanimidad en las posiciones ante algunos temas, pero lo que también ha quedado patente es que los socialistas saben bien lo que no quieren y lo que no son.

No quieren ser asamblearios ni populistas, tampoco quieren dejar de ser prácticos, porque el pragmatismo es la seña de identidad de la socialdemocracia, que en los albores del siglo XX ya sabía que el paraíso que algunos pretendían no llegaría nunca.

El PSOE no es un partido que dilapide sus principios y sus valores a cambio de situar al líder de turno en el poder; no nació para eso y quien ha concebido la organización como un mero instrumento al servicio personal ha recibido la censura del resto.

Quizá sea por estas cosas que alguno solo recibe el apoyo de los que aún no le conocen, en cambio, le han abandonado todos los que lo han hecho a fondo.