Restringido

Emergentes a la baja

La Razón
La RazónLa Razón

¿Qué pasa con los emergentes que andan en caída libre? Ésa es, probablemente, la pregunta que se está haciendo el sr. Iglesias. Ni siquiera tienen representación parlamentaria, porque no existían cuando se celebraron las últimas elecciones generales, pero ya están en crisis electoral.

La rueda de prensa de Carolina Bescansa, dirigente de Podemos y especialista en encuestas, es definitiva y definitoria. Más allá de los posibles pactos postelectorales, cuestión que es de máxima importancia y que requiere una reflexión y un debate profundo, la sra. Bescansa reconoce que Podemos «no está en condiciones de ganar» y que su formación política está en una clara tendencia a la baja.

Los diferentes sondeos que se van publicando varían, curiosamente según desea el electorado de cada medio, pero todas marcan una tendencia general muy similar: todos pierden. El último sondeo realizado y publicado por Antena 3 arroja un resultado en el que los dos partidos principales caen estrepitosamente. El PP ganaría con un pírrico 27% de los votos, una caída de 17 puntos en cuatro años, lo que significa un serio desgaste de gobierno. El PSOE conseguiría el 21%, siete puntos menos que en 2011 y muy lejos del casi 30% de las primeras elecciones democráticas. Por tanto, sería el peor resultado de su historia. Podemos se quedaría en el 14,2%, un resultado con el que no llegaría a ser fuerza decisiva. IU, por su parte, orillada con poco más de un 4%. Parece que el sr. Garzón ha conseguido su meta, desaparecer después de una larga andadura. De la sra. Díez y UPyD habrá que buscar en hemerotecas y no en portadas actuales.

Parece que mejor le va a Ciudadanos, que se acercaría al 18%. Pero la volatilidad del partido liderado por Albert Rivera se ha puesto de manifiesto por la montaña rusa de predicciones electorales que ha tenido en los últimos tres meses. Ya veremos cómo se produce la alineación de los votantes, pero aquellos que echan el cálculo atendiendo al resultado en Cataluña se equivocan. El PP nunca tuvo en el Parlament 25 escaños, que son los de Ciudadanos hoy. Por tanto, su voto no ha venido, mayoritariamente ni mucho menos, de las filas populares. Si su voto ha venido del PSC, que ha experimentado una enorme caída desde los tiempos de Maragall en la oposición, no está claro que eso se extrapole al resto de España.

Pero volviendo a la pregunta inicial creo que hay que reformularla, y preguntarnos: ¿qué ocurre con los partidos en España?

Hace un par de días estuve con un veterano político del que siempre aprendo algo. Echaba la vista atrás y se remontaba a su juventud y al sentimiento colectivo que tenía el país de que las personas se veían capaces de alcanzar cualquier meta que se propusiesen. Realmente, estaba todo por construir: la Democracia, un país moderno y un nuevo sistema de relaciones sociales y económicas basadas en la libertad, la justicia y la igualdad.

En política entraron personas de mucho prestigio social y académico, y desde la discrepancia intentaron construir algo conjuntamente. No fue fácil. A la historia inmediata de nuestro país, enfrentado en dos bandos, se añadían las diferencias ideológicas propias de un sistema democrático. Pero la Transición, con todos los errores de los que «inventaban» un nuevo Estado, permitió levantar el edificio de una España sin complejos en Europa.

Lástima que el uso del poder ha ido degradando la política. El descuartizamiento del adversario, y de los propios, para retener o alcanzar el poder, la idea de que cuanto más pequeño sea el espacio político más fácil es ejercer poder sobre él, la destrucción con la mentira como proyectil para ser disparado por la honda y el desprestigio sistemático de todo lo demás, han terminado por dañar gravemente y estigmatizar lo que antes dignificaba. El daño no ha sido sólo autolesión de los políticos. El sistema judicial y los medios de comunicación han ayudado eficazmente en ese proceso de deterioro.

En este contexto, es normal que no emerja una fuerza política consistente porque desde la destrucción y las malas prácticas no se genera ilusión, y mediante la aniquilación nunca ha prosperado una nueva vida. Se equivocan los negacionistas porque la historia es inamovible, aunque fácilmente tergiversable y manipulable. También se equivocan los adanistas, el mundo ya existía antes de llegar ellos, y no todo era malo. Si España desea un sistema político serio, solvente, prestigioso, que dé estabilidad y prosperidad, puede tenerlo, pero deben quererlo los protagonistas, que no son sólo políticos.