Martín Prieto

En el despacho de Iberia

Manuel de Prado y Colón de Carvajal, el de resonantes apellidos y relaciones, recién nombrado presidente de Iberia me llamó al desaparecido diario «Informaciones» (¡hay de los entrañables vespertinos!) para autoconcederse una entrevista. Yo era muy joven pero educado en el respeto a las intimidades y no se me ocurrió preguntarle por qué tenía amputado el brazo izquierdo. Él me lo explicó sin complejos: le avisaron de que su hermano había sufrido un accidente de automóvil y corrió en su coche al lugar del siniestro con su ventanilla bajada, manejando sólo con la mano derecha y la izquierda toqueteando displicentemente el techo del vehículo. Dio una vuelta de campana y hasta sus amigos le llamaron el manco. Me convidó a unos de sus célebres almuerzos de trabajo que consistían en un emparedado mixto servido por una azafata sobre los papeles de la mesa del despacho. Su monotema era realzar en los aviones los colores de España e introducir la corona real en el plano de cola. Le alabé el gusto por el nuevo logotipo acorde con las líneas de bandera de otras monarquías. Para mi entrañable José Barea, su obsesión era la puntualidad, despegar y aterrizar a la hora. Barea tiene aspecto de amable sabio despistado pero para nada es un frívolo o un zonzo sino un econométra notable. Aznar le llamó junto a otros asesores y en mangas de camisa desbrozaron de arabescos laterales los gastos estatales. Le hizo secretario de Estado para controlar los Presupuestos, pero hasta sus papeles más confidenciales aparecían en la sede socialista de Ferraz por obra de quienes abusaban de su bonhomía. No se sabe qué pasa en las alturas de estos altos vuelos, que se marean. Un consejero delegado de Iberia venía de dirigir «Mundo Obrero» y compravendiendo acciones se hizo millonario olvidando el comunismo y sin haber aprendido nada de aviación. Que la compañía de bandera haya entrado en pérdida tras ser inexplicablemente abducida por «British Airways» se remedia volviendo a cambiar el logotipo y colocando la corona de la cola a la matrícula. En los avatares parecemos «Aerolíneas Argentinas».