Julián Redondo
Enredados
Utilizó contactos, conocimientos e influencias para llevar a Neymar al Barcelona. Rosell es el autor de uno de los mejores fichajes de la historia azulgrana y el culpable de la operación, ni tan brillante ni tan maquiavélica porque todos los chanchullos han salido a la luz. ¿El fin justifica los medios? Esa es otra cuestión, peliaguda, sí. Pero nunca una mala acción, una estafa, admite justificación.
El «soci» en general, e incluso Jordi Cases, el denunciante que no vio clara la jugada y supuso que Neymar no era tan barato como Rosell afirmaba, es feliz viendo al brasileño en su equipo, de blaugrana horizontal, vertical o uniforme anaranjado y haciendo diabluras en el terreno de la verdad, donde los piernas y los paquetes quedan a la intemperie en los primeros compases. Su música es celestial y con quienes le flanquean, Messi y Suárez, y todos los que hay detrás, el solista contribuye decisivamente a que el Barça en tantos partidos parezca una filarmónica. De ahí que, en el momento en que alguien ha decidido que hay que negociar la renovación, los rumores se disparan y su próxima ficha se sitúa en los confines del cielo.
Neymar probó en el Madrid con 15 años. Desde su entorno enredaron con el dinero, apenas 60.000 euros, y la operación entró en el congelador. Reactivada un lustro después, con sumas millonarias y reconocimiento médico efectuado, la decisiva intervención de Sandro Rosell dejó al Madrid colgado de la brocha y al jugador y a su padre envueltos en sospechas. No obstante, la leyenda del astro crece y su fútbol levita por encima del enjuague. Como si el tejemaneje fuese un mal sueño, la apabullante figura de Ney no deja ver el bosque y los 190 millones de su cláusula de rescisión son el único inconveniente para ficharlo. Ni más ni menos.
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