Reyes Monforte

Enterrar a una hija

La Razón
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Cuando poder enterrar a tu hija asesinada es un lujo, es que la vida se ha ido a la mierda. Cuando un fatal desenlace, el peor de todos, se convierte en una buena noticia para una familia, es que el ser humano y la sociedad donde éste campa a sus anchas, no funciona bien. Despedimos el año sabiendo que la Guardia Civil había encontrado el cuerpo de Diana Quer, gracias a la confesión del supuesto asesino que facilitó la ubicación del cuerpo de la joven. La madre de Diana ha deseado al autor confeso que su vida sea un infierno y que no vea la luz. Ella y su familia saben lo que es un infierno, ya que han vivido 496 días inmersos en él. Y sus 16 meses no han sido los nuestros. Sus días duraban más. No podemos más que entenderla y apoyarla, algo que no siempre se ha hecho, especialmente desde algunos medios que tienden a confundir información y periodismo con morbo barato y espectáculo circense.

La familia de Diana Quer, como ella, ya puede descansar, aunque no creo que en paz. Pero, al menos, tienen a quien odiar que, quiera que no, ayuda. Otras muchas familias, y lo personifico en la de Marta del Castillo, no tienen esa suerte. Y no se entiende. No puede ser tan difícil encontrar el cuerpo de una persona, más cuando se sabe quién la mató y quiénes fueron sus compinches. Es imposible. Y si quieren que dejemos de ver tantas sombras tejiendo teorías conspirativas, que arrojen luz sobre ellas.

La madre de Diana sabía que el final tenía que llegar un día, y llegó hace unas horas. Esperemos que el resto de finales, también lleguen en este 2018. Mientras esperamos, podríamos empezar a llamar al psicópata por su nombre, asesino, dejando de minimizarlo definiéndole como simple machista o como enfermo, que no lo es; podríamos dejar de felicitar a periodistas por dar la noticia, es decir, por hacer su trabajo, y podríamos dejar de pixelar el rostro de los autores y cómplices confesos, mientras se muestra el de sus víctimas. Quizá escribiendo bien los inicios, los finales llegarán antes y, por descontado, más limpios.