Navidad

Envidia preventiva

La Razón
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Hace unos días lo volví a oír: «la causa principal por la que se compra tanta lotería de Navidad es la envidia preventiva». La Real Academia Española define envidia como «tristeza o pesar del bien ajeno»; y también «emulación, deseo de algo que no se posee». En esta segunda acepción se enmarca la mal llamada envidia sana –son términos contradictorios–, cuando nos alegramos de lo bueno que le pasa a otro, y nos gustaría que nos pasase a nosotros.

La primera vez que se sorteó lotería en Navidad fue el 18 de diciembre de 1811, aunque no se denominó sorteo de Navidad hasta finales del siglo XIX. Actualmente se celebra el día 22 de diciembre, y en España es el más popular de todos. Para este sorteo, además de las personas que juegan habitual o esporádicamente a la lotería, compran algún décimo muchas que no lo hacen en ningún otro, sólo juegan en este sorteo tan especial. Además de por otras circunstancias, como que la cuantía del premio es mayor, hay una razón que motiva que sea el sorteo en el que más se participe, y con gran diferencia con cualquier otro. Se podría resumir en dos palabras: Y SI.

En muchas empresas se compra lotería para los trabajadores que quieran adquirir algún décimo, también en los bares, en los clubs deportivos, en las parroquias, en los partidos políticos, en los cuarteles, en los mercados, y en innumerables lugares. La mayoría de la gente se pregunta «¿y si toca aquí?» Así que compra al menos un décimo por si acaso. «Si toca el Gordo donde trabajo y yo no llevo ningún décimo, emigro a Siberia». En los últimos años se compran cada vez más décimos de Navidad incluso en agosto, en este caso por envidia preventiva geográfica. Quien va de vacaciones por ejemplo al Bierzo, además de acertar porque es precioso, piensa: «¿y si toca el Gordo en Ponferrada? Cogeré algún décimo por si cae aquí». No se puede soportar que toque en un sitio con el que tengamos algún tipo de relación, y no seamos uno de los afortunados.

A la pregunta, ¿si estuvieras enfermo querrías que los clientes del bar donde desayunas estuvieran también enfermos? La respuesta de casi todos, excepto la de algún desalmado, será: por supuesto que no, qué barbaridad, les deseo salud a todos. Si la pregunta fuera ¿si tú no llevas ningún décimo del bar al que vas todos los días, te gustaría que tocara allí el Gordo? La respuesta mayoritaria, salvo la de algunos santos, sería parecida a: ni de coña, lo que me faltaba, sería el colmo que les tocara a todos menos a mí. Por eso, la envidia preventiva obliga a comprar lotería de Navidad.

En política también se produce este curioso fenómeno.

El PP y el PSOE han llegado a un buen acuerdo contra la pobreza energética que será apoyado por Ciudadanos. Sin embargo, los dirigentes de Podemos que no han participado en esas conversaciones lo critican, denominándolo chanchullo y paripé, porque nada vale si ellos no tienen protagonismo ni foto, pero como saben que es un acuerdo muy positivo para los más necesitados, y será bien valorado por los españoles, han tenido un ataque de envidia preventiva y, aunque se contradigan, no paran de presumir contando que son ellos los que han marcado el camino.

Unos se manifiestan, protestan y dicen que indican por dónde hay que caminar; otros solucionan los problemas, haciendo camino al andar.