Reyes Monforte

Es posible

Se viva desde dentro o desde fuera, resulta increíble que tras décadas de investigación no hayan encontrado todavía una cura para el cáncer, cuando pandemias posteriores como el sida se han sabido neutralizar y normalizar mucho antes y con mayor acierto. Es cierto que se ha avanzado mucho en los tratamientos, en aumentar la esperanza de vida de los enfermos, en mejorar su calidad de vida, en convertirla en crónica en muchas ocasiones y en desterrar el sinónimo de muerte cada vez que se pronuncia la palabra cáncer. Pero decepciona que nadie haya sido capaz de encontrar un remedio, ni en tiempos de crisis ni en tiempos de vacas gordas. De vez en cuando sale algún investigador, como en este caso el Nobel James Watson, enarbolando una nueva teoría. Pues muy bien, pero lo único cierto es que, en algunos casos, da la sensación de que científicos y médicos están más perdidos que un pulpo en un garaje y eso no beneficia a nadie. Pide el Nobel un calendario mucho más rápido para el desarrollo de drogas antimetastásicas. Elemental, querido Watson, pero al mismo tiempo, la sociedad exige a todos, científicos e investigadores incluidos, más responsabilidad y celeridad: un desarrollo más expeditivo de sus investigaciones, que las farmacéuticas se den aire y no prioricen sus ganancias a las posibles soluciones, y que los políticos y los profesionales dejen los estériles debates y se centren en lo que está bien y mal hecho, que es lo verdaderamente importante.