Ministerio de Economía
España se vuelca hacia el exterior
Pocos datos ilustran mejor el cambio de modelo productivo que ha experimentado la economía española durante la última década que el de su balanza comercial: mientras que en 2007 nuestras importaciones eran 100.000 millones de euros mayores que nuestras exportaciones, en 2016 esa brecha se redujo por debajo de los 20.000 millones. Por supuesto, uno podría explicar esta llamativa evolución de nuestro saldo exterior por el hundimiento de la actividad económica interna: como somos mucho más pobres que en 2007, importamos y exportamos mucho menos.
Pero sería un error: en 2016, las importaciones alcanzaron la cifra de 273.284 millones de euros, apenas un 4,2% menos que en el pico de 2007; en cambio, las exportaciones se ubicaron en su máximo histórico de 254.530 millones de euros, un 37,5% más que entonces. O dicho de otro modo, podemos exportar mucho más importando esencialmente lo mismo que hace una década: y recordemos que parte de las importaciones tienen como propósito su transformación interna y re-exportación, de modo que si importamos lo mismo y exportamos más es porque somos capaces de producir internamente más que antes como resultado de haber estado ganando competitividad durante diez años.
En definitiva, nos hallamos ante una gran noticia que no sólo pone de manifiesto el buen pulso de nuestra economía, sino que además también constituye la exclusiva senda para poder solventar uno de los grandes desequilibrios con los que todavía cargamos: nuestra gigantesca deuda exterior. La única forma de amortizar nuestros pasivos frente al extranjero es acumulando año tras año importantes superávit en la balanza por cuenta corriente, tal como a buen seguro habrá sucedido en 2016 a tenor de estos datos de la balanza comercial: solamente así lograremos mejorar nuestra solvencia global y, por ende, seremos capaces de resistir las turbulencias de las venideras crisis económicas futuras.
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