Julián Redondo

España tiene portero

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Para suerte, la de Ancelotti, que tiene dos porteros de garantías. El de la Liga justifica la titularidad con sobrias actuaciones –el meta no tiene por qué adornarse para demostrar su calidad–. El de la Copa del Rey y el de la «Champions», sin necesidad de recurrir a la palomita, para como si fuera campeón del mundo... Y lo es. Y dos veces de Europa. Del Bosque también es afortunado. Y comparte su ventura con la Selección. España está en buenas manos.

Casillas tiene mérito, le retiró Mourinho las credenciales, le lesionó un compañero –lo de involuntariamente es una obviedad, pero que conste en acta–, escuchó en su casa que el mejor portero del mundo era Neuer, «Carletto» no se atrevió a borrarle del todo, en la antesala del derbi se rumorea que Courtois es objetivo madridista, y la respuesta de Iker es la final de Copa y el minuto 14 en Gelsenkirchen. Por ahora.

Ganaba el Madrid 0-1 y el Schalke, sus jugadores, su público, los televidentes, vieron el empate. El único despiste de la zaga obsequió a Draxler con un balón de oro a dos metros del centro de la portería, sólo tenía que empujarlo, con alguna fuerza, claro, y tirarlo hacia un lado. Lo hizo. Y cuando se cantaba el gol apareció Casillas, como aquella vez que apagó la luz a Perotti en Sevilla, y despejó. A partir de ese instante, el Schalke, que sobredimensionó su apellido y encajó un sonrojante 1-6, «se abrió de patas», en argot ciclista. Y el Madrid creció, confiado en la seguridad de su portero y en la capacidad trituradora de la «BBC», dos goles por cabeza.

En Estambul, allí donde Europa se reparte la antigua Constantinopla con Asia, la noche europea soñada por el Madrid dejaba en evidencia, una vez más, a Mourinho, que se mofó de la edad indeterminada de Etoo y se quejó de que no tenía delanteros: Torres marcó el gol que adelantó al Chelsea. Luego, empate a uno donde Ancelotti ganó 1-6 el 18 de septiembre. Los hay que no aprenden. Ni aprenderán.