Marta Robles

Espejismos

Espejismos
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Ando despistada estos días, dándole vueltas a si vivimos en una era de constantes espejismos. El marido de una Infanta, que hasta hace poco nos parecía ejemplar, ahora resulta que podría ser un delincuente; lo mismo sucede con un ex tesorero de un partido, al que, en tiempos, todos sus compañeros valoraban. E incluso hemos llegado a saber que hubo una excelsa articulista en una fundación, que no es que fuera lo que no parecía sino que, sencillamente, nunca existió. Sorprendente, desde luego. Pero hay más. Por ejemplo, que en este país nuestro, que por desgracia parece seguir siendo «diferente», quienes representan a nuestros trabajadores no trabajan (son sindicalistas liberados y están exentos de hacerlo, aunque cobren ) y algunos de los que se colocan a la cabeza de los movimientos estudiantiles, que últimamente ponen a arder las calles de toda España, hace tiempo que dejaron de estudiar. Todo cuanto se ocultaba tras la fantasía de un mundo perfecto, de una sociedad desarrollada y civilizada, basada en el cumplimiento de unas normas establecidas, que garantizaban los derechos de los ciudadanos, ahora resulta que es falso, fingido, adulterado, simulado, ficticio, amañado o fraudulento. ¿O tal vez queda quien piensa que se pueden tener privilegios sin comportarse de manera intachable, o hacer fortuna siendo tesorero de partido, o cobrar de una fundación sin existir, o representar a los trabajadores sin trabajar, o convertirse en la voz de los estudiantes cuando hace años que se dejó de estudiar? Hemos vivido de espejismos mucho tiempo; ha llegado el momento de que nos enfrentemos a la realidad y seamos capaces de quitarles las máscaras a cuantos las llevan. Sólo así podremos empezar de nuevo.