José María Marco

Estabilidad garantizada

Los españoles han realizado en estos últimos años un gigantesco esfuerzo para reequilibrar una economía al borde de la quiebra. El sector privado ha reducido su deuda, ha aumentado la productividad, está exportando como pocas veces lo ha hecho en nuestra historia. Además de eso, muchas empresas, las familias, los propios españoles individualmente han comprendido que la crisis requiere nuevas formas de compromiso y de solidaridad. El Gobierno, por su parte, ha iniciado por fin un esfuerzo serio en la misma dirección, más difícil por la escasa agilidad de la Administración Pública y por las resistencias de los intereses creados durante muchos años de ingresos en apariencia ilimitados. España en su conjunto está en camino de salir reforzada y respetada de la crisis.

Habrá quien quiera más velocidad en las reformas, pero es indudable que las reformas están en marcha. Ponerlas en peligro con una campaña basada en las calumnias de un presunto delincuente, incapaz de ofrecer algo más que mentiras y calumnias, es de una irresponsabilidad histórica. Bien es verdad que a muchos periodistas, intelectuales y políticos españoles siempre les ha atraído el prestigio turbio de la autodestrucción, el destrozo gratuito del bien común, como si nuestro país, nuestras instituciones, las vidas y las carreras de sus compatriotas fueran un juguete hecho para que ellos se diviertan.

Ante tanto señoritismo, no cabe hacer otra cosa que lo que hizo Mariano Rajoy ayer. Asegurar a los grandes empresarios reunidos en el Consejo Empresarial por la Competitividad que él mismo y el Gobierno salen garantes de la estabilidad política de nuestro país, imprescindible para sustentar cualquier posible recuperación económica. Eso es lo esencial, el primer deber que debe cumplir un gobierno respaldado por una mayoría como la del Partido Popular. El PSOE se equivoca entrando en el juego de demoliciones. España no es el país atrasado y ultraideologizado con el que sus actuales dirigentes parecen seguir soñando. Es una sociedad madura, compleja, que les pedirá cuenta de lo que han hecho en este trance, como se las pedirá al Gobierno si cede al delirio de unos cuantos.