José María Marco

Estrategias para el 2014

Muchos españoles prefieren mostrarse prudentes ante las previsiones positivas del Gobierno en materia económica. Tienen razón, sin duda, porque el año que acabamos de dejar atrás da más pábulo a los escarmentados que a los optimistas. En realidad, y como se ha dicho en varios análisis económicos, 2013 será recordado más por lo que no ocurrió que por otra cosa. No hubo ruptura del euro, no hubo necesidad de intervenir y rescatar la economía española, no hubo enfrentamientos ni rupturas sociales. Estuvimos al borde de todo esto, y en algunos casos se produjeron escenas de gran efecto e incluso de alto contenido dramático. No llegamos al desastre, sin embargo.

Todo esto ha exigido un trabajo de contención del gasto, racionalización de la administración y reformas estructurales que en este año 2014 empezará a dar frutos positivos. Al menos eso es lo que se espera, lo que espera casi todo el mundo como ha sugerido el ministro Luis de Guindos. Claro está que las cosas siempre son empeorables. El Tribunal Constitucional alemán, por ejemplo, puede poner en duda la legalidad del mecanismo financiero del Banco Central Europeo que ha garantizado la solvencia de los países de la zona euro. La deuda de los Estados, en particular del nuestro, sigue aumentando sin que se sepa muy bien hasta dónde será asumible, y no parece que el paro se vaya a reducir deprisa en cantidades masivas. Así que se puede apostar por que la situación se va a degradar, o se puede hacer caso de los indicios que señalan que las cosas van a ir a mejor, como ha ocurrido en Gran Bretaña y en Irlanda. La posición del Gobierno está clara. También parece que lo está la del principal partido de la oposición. Es un cálculo debatible. Si no se produce un accidente de envergadura, se habrá demostrado que la crisis era superable (aunque sea con un crecimiento moderado) mediante políticas de austeridad y sin acuerdos entre los dos grandes partidos. Eso dejará en mal lugar a quienes han hecho todo lo posible para desacreditar las medidas del Gobierno y no habrán contribuido a que la crisis quede atrás, por decirlo en términos suaves. Más aún, se habrá empezado a salir de la crisis sin tocar en lo sustancial ninguno de los elementos fundamentales de redistribución e igualdad propios del Estado social... La izquierda no lo cree, pero hay otras estrategias que no consisten, como dicen los ingleses, en quedarse en el hoyo y seguir cavando.