Iñaki Zaragüeta

ETA sigue existiendo

ETA declaró una tregua, no la paz. La paz no queda instaurada hasta el abandono definitivo las armas y hasta que se manifiesta públicamente la voluntad clara de tomar la normalidad. Y evidentemente, la banda terrorista ha de tener claro que el Estado, la democracia y la sociedad no van a ponerse a su servicio ni al de los intereses que ella exprese.

Se ha progresado sustancialmente en la batalla contra el terrorismo, gracias fundamentalmente a la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, trabajo que ha compensado el error de gobernantes como Zapatero y Eguiguren de ir por el atajo de las cesiones. Dicho esto y aceptando la versión de la Seguridad Nacional de que se ha derrotado a la organización criminal, falta la entrega de los arsenales y ponerse a disposición de la Justicia. Entre tanto, existe la responsabilidad de la vigilia frente a ella.

Como bien se sabe, para declarar la guerra se requiere uno solo. Es lo que hizo ETA hace más de 40 años. Por el contrario, se necesita la coincidencia de dos para asentar la paz. Es aquélla la que debe decidir y proclamar su desaparición. Mientras tanto, no podemos dar por concluido el proceso y el Estado está obligado a velar por la seguridad de los españoles.

La banda está debilitada, pero comprueba cómo ha logrado grandes avances a través del engaño y de la debilidad e ingenuidad del algún gobierno. Hoy se encuentra instalada en algunas instituciones vascas –más de las que pudiera soñar– como para cambiar de rumbo sin más. La decisión de autorizar a sus ramas políticas en las elecciones les dio respiro. Así es la vida.