Enrique López

Europa quiere a España

La Razón
La RazónLa Razón

En el momento que escribo esta columna se desconoce cuál va a ser la respuesta que el presidente de la Generalitat vaya a dar al requerimiento realizado por el Gobierno de España. Esperemos que sea la correcta y solo hay una idónea para los intereses de Cataluña y del resto de España. Pero mientras se somete a la ciudadanía de Cataluña a un innecesario dilema, y al resto de españoles a una tensa espera, los problemas reales siguen. Nos enfrentamos a una de la peores sequías de nuestra historia, y esto ocurre en Cataluña y en el resto de España. El mundo se enfrenta a problemas globales muy trascendentes y se prepara para afrontar una profunda revolución tecnológica. El país debería estar debatiendo sobre todo ello y buscando soluciones a los acuciantes problemas que padecemos y, por el contrario, nos han creado un problema cargado de artificiosidad. Algunos independentistas sacan pecho diciendo que el problema catalán es un problema de trascendencia europea, y por ello Europa esta preocupada por el mismo, creyendo que lo ocurre en Cataluña por sí mismo tiene esta dimensión. Cataluña preocupa en Alemania lo que Baviera en España. Su trascendencia europea no viene determinada por la concreta situación, sino por su riesgo de extensión y réplica en otras zonas de Europa, lo cual compromete seriamente el proyecto europeo. Somos trascendentes porque estamos aportando un gran problema a la Unión Europea, exacerbando los nacionalismos cantonalistas y particularistas que no harían más que debilitar el proyecto Europeo de unión. En un proceso de constante cesión de soberanía de los estados a la Unión no tiene sentido la fragmentación de la soberanía nacional de cada uno de lo estados. La Unión nace como una unión de estados y no de regiones y de pueblos. Ha sido creado en el seno de la Unión el Comité Europeo de las Regiones como un organismo consultivo que representa a los entes regionales y locales de Europa; este comité permite a las regiones y ciudades participar formalmente en la elaboración de la legislación de la UE, garantizando el respeto de la posición y las necesidades de los entes regionales y locales, pero ni crea ni reconoce más sujetos políticos que los Estados. No se desea una mayor compartimentación de las soberanías nacionales, puesto que esto haría inviable a Europa como proyecto común, generando convulsión y riesgo de enfrentamientos, precisamente lo que se ha quiso evitar con su creación. Por ello, conviene tener claro que el desafío catalán no preocupa por sí mimo, sino por su riesgo de contagio y nada más, y nada menos. En Europa caminamos hacia una mayor unión de los estados que, sin llegar a ser el concepto de nacionalismo europeo que ideó ya Víctor Hugo con su concepto de los Estados Unidos de Europa, ya camina con una Constitución, con una moneda y con una espacio común de libertad , seguridad y justicia, cuya base es precisamente el Estado de Derecho y el sometimiento a la ley. Quien no cumple con la ley en su país no es querido en Europa, puesto que Europa es una suma de estados de Derecho.