Alfonso Ussía
Euros de amor
El concejal procesado del Ayuntamiento de Madrid, compañero Guillermo Zapata, «Guille» para su Pablo y demás amigos entre los que me apresuro a incluir al juez Pedraz, ha dado un golpe de amor. El amor, eso tan maravilloso y difícil de definir. El Ayuntamiento de Madrid es un nido de amor, de amor familiar, de amor paterno, de amor fraterno y de amor añorado. El amor familiar llevó al sobrino de la Alcaldesa a ocupar un puesto de alta responsabilidad en Cibeles. El padre de Rita Maestre, amor paterno, se manifestó en el jugoso cargo que hoy ocupa a las órdenes de su hija, también procesada. El amor fraterno con el hermano de Alberto Garzón, y el amor añorado con los más de 50.000 euros que percibirá Nuria Sánchez Díaz, como asesora personal del concejal-presidente del distrito de Fuencarral-El Pardo, que no es otro que su antiguo compañero de sábanas y amaneceres Guillermo Zapata. No hay nepotismo en este nombramiento por cuanto uno y otra, el concejal-presidente y la asesora de los 50.000 euros han declarado que su noviazgo se quebró dos años atrás, aunque han silenciado los motivos de la dolorosa ruptura.
La asesora personal de Zapata llena el hueco que padecía el distrito de su anterior novio. Está demostrado y con diáfana claridad que la ruptura sentimental fue civilizada, sosegada y limpia. No ha prevalecido el rencor ni el odio, y por si alguien lo tenía instalado en la duda, el nombramiento lo desmiente. Un hombre que recela de su antigua novia no le ofrece un trabajo de 50.000 euros al año. Y una novia ofendida, no lo aceptaría jamás. Por ello, se alcanza la conclusión de que el amor fenecido de Guillermo y Nuria, es un amor desvanecido pero aún palpitado desde la añoranza.
Los vecinos de Fuencarral-El Pardo están de enhorabuena. En el monte del Pardo ha disminuído la población de gamos, ciervos y jabalíes. Y se ha detectado un número considerable de encinas afectadas por una extraña enfermedad. En sus charcas naturales vive y se desarrolla con plena normalidad la rana común o rana verde, que se alimenta de insectos y de pequeñas larvas inquietantes. Para devolver al monte del Pardo el equilibrio perdido, no hay mejor asesora que Nuria Sánchez Díaz. El noviazgo extinguido es una casualidad que no puede ser analizada con intención sesgada. El monte del Pardo es un tesoro natural, quizá la reliquia más representativa del monte mediterráneo, llamado de esta guisa por los caprichosos naturalistas, porque de mediterráneo no tiene nada. Se extiende por el Pardo, La Zarzuela, la dehesa de Viñuelas y como última ráfaga de esplendor por lo que fue el encinar entre jaras de La Moraleja. Pero jamás ha tenido una Nuria para asesorar su futuro. Y Zapata, que odia a los judíos pero adora a los gamos, ha apostado con sus sobrados conocimientos científicos por la única mujer que puede devolver a los centenarios encinares la salud imprescindible para que la recuperación de los gamos sea un hecho y no una preocupación vecinal.
Y ella ha aceptado, a regañadientes, imponiendo una condición innegociable. Cualquier medida que adopte en el futuro en beneficio de los gamos, ciervos, jabalíes y encinas no podrán afectar a la rana común o rana verde, que transcurre por una dulce época de expansión. Y el concejal-presidente ha aceptado la condición inmediatamente.
Es decir, que de nepotismo, nada de nada. Se trata de un asesoramiento científico que exige una rápida respuesta. Avinagrar la valiente decisión del concejal-presidente con una denuncia de abuso de poder y amiguismo, es propio de un fascismo feroz e inadmisible. Los más de 50.000 euros que la asesora de gamos va a percibir son consecuentes con su categoría profesional.
Si a todo ello añadimos que los rescoldos del amor pueden haber ayudado a contratar a doña Nuria, mejor que mejor. El amor nunca está de más.
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