Ángela Vallvey

Excepciones

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Suicidios por desahucio... muertes de las que tenemos triste noticia, me recuerdan que la historia está llena de «epidemias de suicidios». En ocasiones, por distintos motivos, ocurre que el suicidio amenaza con convertirse en una plaga. Plutarco relata una de las más antiguas que conocemos, ocurrida en Mileto, ciudad en la que, un buen día, comenzaron a suicidarse niñas. Así lo explicaba Aulo Gelio citando a Plutarco: «Al disertar acerca de las enfermedades que afectan al ánimo de las personas, se recordó que las vírgenes de la nación milesia, de repente y sin causa evidente, tomaron la decisión de darse muerte, y muchas se ahorcaron. Al darse esto cada día con más frecuencia, se decidió que a aquellas vírgenes cuyos cuerpos fueran encontrados colgados, con el mismo lazo con el que se hubieran ahorcado se llevasen a enterrar desnudas. Después de este decreto, las vírgenes no se suicidaron ya, temerosas únicamente de la vergüenza de un entierro tan deshonroso». Desnudas y expuestas al público en la Plaza del Mercado. La amenaza de ser abochornadas después de muertas impidió a las adolescentes continuar suicidándose. En otra ocasión, años después de la Gran Guerra, en el Hotel de los Inválidos de París, se colgó un soldado y, a los pocos días, se colgaron doce soldados más en la misma columna, hasta que las autoridades competentes decidieron derribarla...

Una sociedad sana transmite la seguridad de que la vida merece la pena ser vivida y cuenta los suicidios como excepciones. La causa más común de los suicidios es el miedo a la existencia, la indigencia vital, la impaciencia. No creer que las cosas pueden cambiar de un momento a otro cuando, en verdad, no hay nada seguro en esta vida excepto la muerte y los impuestos, y más vale retrasar ambos en lo posible.