Rosetta Forner

Fábrica de adicciones

La ficción suele imitar a la realidad, aunque ésta se inspire en aquella. Los «ingenieros sociológicos» –esos que deciden cuáles con las costumbres y conductas que quieren inocular en la sociedad para encaminarla en la dirección que quieren–, diseñan series de televisión que, si tienen suerte, se convierten en «series de culto». Consecuentemente, será la gente quien adopte las conductas de preferencia incorporándolas a su vida y normalizándolas. Hay una serie que triunfa, «Breaking Bad», donde el protagonista diseña una droga y la tiñe de azul –le anima el propósito de hacer dinero fácil para dejar a su familia rica cuando él muera: está enfermo de cáncer–, para diferenciarla de la de la competencia. En la realidad ésta droga es un psicotrópico más potente que la cocaína (10 o 15 veces más), muy adictiva. Es la droga del «tres días despierto, tres días dormido». ¿Para qué querrá alguien pasarse tantos días despierto a cambio de caer en una depresión profunda cuando se pase el efecto y le dé el bajón, o incluso arriesgarse a padecer trastornos psicóticos? La explicación: insatisfacción vital, necesidad de emociones fuertes, actitud de «vivir al límite»... Propias de personas que carecen de apego a la vida y de motivación suficiente como para enfrentar la realidad con todas sus miserias, pero también con todas sus maravillas. Jamás una droga puede producir el mismo efecto en el alma que la felicidad producto resultante de tener profundos principios espirituales y valores humanos. Quien no ama la vida necesita un «algo» para poder vivirla. Asimismo, en el mundo actual, se reverencia el dinero (es el Dios de todas la cosas), el triunfo rápido y a cualquier precio, tachándose a las personas «normales» de fracasadas. Obviamente, nadie quiere serlo. Cuando el ser humano se desconecta de sí mismo recurre a las drogas para simular la felicidad que tendría de agarrarse a la vida. No hay mejor droga que el amor. Eso sí, el amor es gratis, sus efectos secundarios son maravillosos, y si se consume a grandes dosis no hace falta nada más para sentirse genial. Palabra de coach/PNL.