El desafío independentista
Faltaba Hong Kong
No es fácil mantener a la gente en tensión haciéndole creer una realidad ficticia, pero el intento tampoco justifica la ausencia de límites a la imaginación, la utopía y el ridículo. Esta reflexión viene derivada de la estrategia dirigida desde Waterloo para mantener movilizada a su gente ante el próximo fallo del Supremo. El argumento es siempre el mismo: denunciar las presuntas carencias democráticas, y aún las prácticas «antidemocráticas» del «Estado español», usando algún suceso o escenario que, por contraste, sirva como propaganda de agitación. Son maestros en aquello «de no dejes que la verdad te estropee un titular». También conocemos la máxima de que «no se puede mantener engañados durante todo el tiempo a todos», pero parece que a muchos desde Waterloo, sí. Se apuntan a todos los escenarios: las repúblicas bálticas, Eslovenia, Ucrania, Escocia... Pero faltaba Hong Kong: ahora equiparan el «procés» con estas protestas, sin importarles que allí haya una auténtica revuelta popular que de ningún modo reivindica la independencia, sino precisamente –¡ojo al dato!– algo que el independentismo no respeta en absoluto: el cumplimento de lo pactado. Allí con Reino Unido con ocasión –entonces sí–, de la descolonización. Aprovechando que el Amazonas pasará por Roma en octubre, no se sorprendan si ahora se les ocurre invocar el derecho de autodeterminación inspirándose en los debates sobre las tribus indígenas amazónicas. Parece un broma, pero lo digo muy en serio.
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