César Lumbreras

Fiestas y «festes»

La Razón
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Si el verano comienza con las Fiestas de San Juan (24 de junio) y San Pedro y San Pablo (29 de junio), termina con las de la Virgen y el Cristo (8 y 14 de septiembre respectivamente). Entre este fin de semana y el que viene se celebrará la última tanda de fiestas patronales en nuestros pueblos y muchas casas se cerrarán hasta dentro de unos meses, coincidiendo con algún puente o fin de semana, en el mejor de los casos, o hasta el verano del próximo año, en el peor. Las calles de los pueblos del interior volverán a quedarse vacías, lo mismo que los bares y también las iglesias, en las que cada vez hay menos fieles y más envejecidos. Puede que alguno de los veraneantes piense que esos pequeños pueblos tienen siempre el mismo ambiente que durante las semanas de verano o sus fiestas patronales; sin embargo, nada más lejos de la realidad. Lo que se vive en las semanas centrales del verano y en lo que en Cataluña llaman las «festes majors» es solo un espejismo. Por cierto, sería bueno, es una pista para los expertos que corresponda, estudiar lo que ha sucedido en los pueblos de esa Comunidad Autónoma en las dos últimas décadas, especialmente desde 2005 para acá, con sus «festes». Los que ahora conocemos como independentistas, a través de los partidos políticos, pero, sobre todo, de las asociaciones de todo tipo que se han movido y se mueven en esa órbita, han capitalizado la mayor parte de los actos festivos y han aprovechado la ocasión para «vender» su mensaje, sobre todo a las generaciones más jóvenes, en positivo y siempre vinculado a jolgorio y alegría. No era difícil encontrarse con un gigante o cabezudo con una pancarta «indepe». Ese es el ambiente opresivo en el que se han criado muchos catalanes. Si en el conjunto de esta Comunidad la presencia del Estado se ha reducido mucho, en una buena parte de las localidades pequeñas y medianas es simplemente inexistente. Como reza el refrán «de aquellos barros vienen estos lodos».