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Flexibilidad

Hoy, 65 años y 2 días después de la llamada Declaración Schuman, que puso los cimientos de lo que es la Unión Europea (UE), los ministros de Agricultura celebran una reunión considerada de trámite, pero que tiene mucha más importancia de lo que puede parecer a primera vista. Acuciados por el hambre y las necesidades de la postguerra, los «padres de Europa» decidieron que uno de los pilares básicos de la construcción comunitaria debería ser la Política Agraria Común (PAC) creada con tres objetivos: garantizar el abastecimiento alimentario de la población; precios remuneradores para los productores y que también fuesen asequibles para los consumidores. Se puede decir sin temor a exagerar que la PAC ha sido hasta hace muy pocos años la espina dorsal de la creación de lo de que hoy es la UE y la única política común de verdad que ha existido.

Pues bien, los ministros estudian hoy un documento para simplificar la PAC, en el que se propone dar más «flexibilidad» a los Estados miembros a la hora de aplicar determinadas normas. Lo que se llama «flexibilidad» es, en definitiva, conceder más libertad a las capitales comunitarias para que apliquen la citada PAC de la forma que mejor les venga. Eso equivale a plantear una «renacionalización» de esta política, justo el proceso contrario al que diseñaron los «padres de Europa», consistente en la integración.

No es la primera vez que para lograr un acuerdo se plantea la «renacionalización». El problema de ello radica en que si continúa ese proceso de renacionalización, es más que probable que los enemigos de la PAC digan que si los Estados miembros quieren más libertad, la paguen con su propio dinero, lo que significaría el final de la PAC.