Cristina López Schlichting

Franco y los referenda

La Razón
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¿Va a haber secesión catalana? No. Cataluña está libremente vinculada al resto de España por un contrato llamado Constitución. Un texto que nadie ha impuesto y que protege a todos esos catalanes que sufren en silencio, como las hemorroides, el morro de los que pretenden imponer sus ideas por la fuerza. A éstos, por cierto, se les está viendo el percal. Menudo escándalo lo del Parlament. Todos los partidos, desde Ciudadanos hasta Catalunya Sí que es Pot (la rama local de Podemos) pasando por socialistas y populares, rechazando en bloque la iniciativa de Junqueras y Puigdemont de aprobar un reglamento de «desconexión exprés» saltándose las leyes del parlamento local. Joan Coscubiela, que viene de CCOO, ha llegado a acusar a Junts Pel Sí de querer «restringir y anular el debate social y político» con la propuesta de reforma del reglamento. «Un nuevo país –ha dicho– no se puede construir desde el menosprecio al debate parlamentario y la degradación de la calidad democrática de las instituciones».

Es demencial que algunos propongan la secesión catalana con más de la mitad de la población en contra. Es un crimen político y una ruptura total con la cohesión social y el sentido común. La pregunta es cómo hemos llegado hasta aquí, y es que hace mucho que tiempo que conceptos como ley o referéndum se vienen desdibujando en nuestra sociedad. Cada vez, por ejemplo, que el Gobierno autónomo se negaba a implementar las resoluciones de la Justicia amparando el derecho de los catalanes a recibir enseñanza en una de sus lenguas, el español, se proponía a la sociedad que se saltase la ley. Que los contratos son papel mojado. Que eso de hacer de nuestra capa un sayo –que tanto nos gusta a los españoles– se podía hacer.

¿Y la moda de los referenda? Ya he denunciado desde Madrid la ridícula intención de Podemos de sustituir la democracia representativa por el voto callejero. ¿Qué es eso de delegar en los ciudadanos las responsabilidades que uno ha adquirido en las urnas? Con esta forma cobarde de regir se usa de parapeto a la gente. Que se equivoquen ellos. Y encima convenciendo de que un referéndum ambulante, sin garantías, es democrático. No señor, ni estos referenda de «chichinabo» por toda España ni el que se montó en Catalunya con cajas de cartón son otra cosa que un simulacro, un juego perverso que se practica en todas las dictaduras. ¿Acaso no ganaba Franco sus consultas? Era muy fácil, preguntaba: ¿Paz o guerra, que prefiere usted? Y siempre salía paz. En 1947, con el 94 por 100 de los votos; en 1966, con el 95 por 100. Toma ya, maestro en referenda. ¿Qué va a contestar un ciudadano al que le propongan país mejor, más rico, con menos paro, con mejor gestión y menos impuestos? No otra cosa se planteó a los catalanes, y si no, me remito a la propaganda. Y no va a haber independencia, no. Porque las leyes verdaderas y las votaciones verdaderas establecen de consenso lo contrario.