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Frenazo olímpico

La Razón
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Pasó el COI de Jacques Rogge como una apisonadora por el proyecto olímpico de Madrid en tres paradas sucesivas. La de Singapur aún pudo entenderse, con Londres –la elegida– y París en el carrera; la de Copenhague resultó un pucherazo de tal magnitud que para salirse el Don y sus acólitos con la suya hicieron una pedorreta a Obama y concluyeron la farsa eligiendo a Río, previo pago, y despreciando a la aspirante madrileña. No contentos aún, esperaron a llegar a Buenos Aires para ciscarse definitivamente en el sentido común y humillar a Madrid’2020, aniquilándola en la primera criba sirviéndose de Estambul para hacer el trabajo sucio y dejar el camino expedito a Tokio –¿previo pago?, hay fundadas sospechas–, que alardeaba de un potencial económico que ahora no tiene y de una hucha desaparecida.

La elección de Thomas Bach, un europeo, para suceder al ínclito doctor Rogge, sirvió de coartada para fundir las aspiraciones de la candidata europea y optar por la japonesa. La otra excusa fue la crisis económica

española, sin considerar siquiera que Madrid disponía a siete años vista del 80 por ciento de las infraestructuras necesarias para organizar unos Juegos. Pero anunció austeridad y el COI más rancio tembló cual hoja de bambú en boca de panda. Lo ha pagado en Río, donde apoquinó la hijuela para que arrancara la primera Olimpiada suramericana. El legado se lo comen las cucarachas, las deudas ahogan a un país en recesión y el temor a que la miseria desplace al maná ha dejado reducida a dos aspirantes la carrera hacia 2024: París y Los Ángeles. Roma renunció por falta de dinero; Hamburgo, por escasez de apoyo, y Budapest ha preferido apearse en marcha antes que estrellarse. El sueño de Samaranch lo transformó Rogge en pesadilla. El frenazo es olímpico.