Iñaki Zaragüeta
Frustración internacional
El objetivo de la internacionalización de la independencia de Cataluña le ha salido por la culata al presidente de la Generalitat, Artur Mas, y sus cómplices. Ha logrado que medio mundo, o un cuarto de mundo, se ocupe del problema. Su tragedia es que la respuesta no ha podido ser más decepcionante para él desde las democracias desarrolladas. O lo rechazan o no le creen. En lugar del estrellato, ha conseguido el estrellazo.
Desde la Unión Europea, por activa, por pasiva y por perifrástica, le han reiterado con seguridad su separación de la organización y del euro, con todo lo negativo que ello conlleva para la región y sus habitantes. Hasta el Papa Francisco ha expresado su preocupación por la deriva secesionista de los nacionalistas catalanes.
Por si no fuera suficiente, la Agencia de calificación crediticia Moody's ha manifestado su incredulidad hacia la independencia, además desvelando que ni el propio Mas, ni su mentor Oriol Junqueras, ni su Govern tienen preparado un plan serio para su proyecto. Lo peor es que ellos saben que, sin el Estado, nada pueden hacer en los mercados. Su economía es calificada como bono basura, de lo que se desprende la incapacidad para financiarse.
¡Qué decir del dios del universo! El mandamás norteamericano. Como escribía ayer mi compañero Toni Bolaño, Barack Obama fue muy claro al no reconocer la legitimidad de la consulta convocada en Crimea «porque viola la Constitución». El mensaje tiene una sola interpretación. La condena pueden aplicársela en el Palau Sant Jordi.
Todo indica, sin embargo, que nada de esto provoca un cambio en los anhelos de los nacionalistas. Al menos, de momento. Eso sí, la realidad se acaba imponiendo, de lo contrario es el abismo. Así es la vida.
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