César Vidal

Fue en 1935

El año 1935 fue especialmente decisivo para la Segunda República. Las instituciones estaban más que erosionadas tras el intento de golpe de estado protagonizado por el PSOE y los nacionalistas catalanes en octubre de 1934 y el gobierno de centro-derecha, centrado en el partido radical, quizá el único verdaderamente democrático de la época, ansiaba remontar a la desesperada la crisis económica que sufría España desde hacía años. Con ese trasfondo, se produjo el escándalo del estraperlo. El estraperlo era, en realidad, el nombre de una ruleta que tres personajes llamados Strauss, Perl y Lowan introdujeron en 1934 en España tras ser prohibida en Holanda. La ruleta permitía hacer trampas con relativa facilidad, pero fue autorizada gracias a la intervención de Pich i Pon, que era un político del partido radical y de Aurelio, un sobrino del presidente del gobierno, Alejandro Lerroux. A cambio de sus gestiones, los corruptos recibieron un reloj y algunas cantidades que pudieron llegar a cinco mil pesetas. Al descubrir la policía que el juego era fraudulento – la rueda se controlaba con un botón y podía ser detenida a voluntad haciendo que ganara la Banca– cerraron el casino de San Sebastián a las tres horas de instalado el aparato. Aunque Aurelio Lerroux aseguró a los empresarios que podrían abrir en otro sitio, no consiguió la introducción definitiva del artilugio. Era un caso de corrupción innegable, pero no hubiera tenido mayor trascendencia de no ser por el presidente Alcalá Zamora y las izquierdas. Irritado por la suerte del negocio, Strauss intentó chantajear a Alejandro Lerroux exigiendo una indemnización de 85.000 pts. y cuando éste no respondió, Strauss, tras ponerse en contacto con Azaña y el socialista Prieto, denunció el asunto a Alcalá Zamora. El 12 de octubre de 1935, Azaña en el gran mitin del campo de Comillas arremetió contra el Gobierno y la reforma fiscal que, supuestamente, favorecía a los ricos. El 28 de octubre, las Cortes dictaminaron las consecuencias políticas del estraperlo. Como señalaría Josep Plà, los tribunales de Justicia no dictaron condena alguna, pero el daño político causado a la derecha fue irreparable y el partido radical se hundió a pesar de la votación que excluyó de toda responsabilidad a Lerroux. Se abrió así el camino para que, tres meses después, el Frente popular de las izquierdas llegara al poder. Antes de que pasara un año del inicio del escándalo del estraperlo, España se encontraba sumida en una guerra civil. Fue en 1935. Cualquiera habría dicho que sucedió la semana pasada.