Gaspar Rosety

Fútbol y corrupciones

La escasez de peso que tienen las opiniones en el mundo del fútbol hace que algunas cosas pierdan seriedad en minutos. Si hace seis semanas el Real Madrid era campeón del mundo de clubes y sus futbolistas los mejores de la historia, ¿cómo podremos explicar que, tras un mal partido, puedan derrumbarse como un castillo de naipes ante el periodismo nacional?

El Calderón dejó conclusiones y hechos. La primera, que el Atlético no es un producto de la casualidad ni de las patadas, sino el fruto de un trabajo serio, planificado, constante, intenso y lleno de criterio, con buenos jugadores que dan calidad a su fútbol. Es campeón de liga y subcampeón de Europa. Cualquier equipo puede perder con él. Es un grande. Quien no lo asuma se equivoca.

El Real Madrid es un equipo fuera de duda. Gana ocho de cada diez partidos y empata uno o ninguno. Pierde muy de vez en cuando y, cuando encaja esas escasas derrotas duelen más por la falta de hábito.

Lo importante es no radicalizar, no pasar de la euforia a la depresión. Todos debemos vivir en la realidad, algo que le cuesta mucho al periodismo deportivo de hoy, al que sólo parecen servir los extremos. No somos conscientes de que se puede generar violencia y de que la exageración daña tanto como la mentira, que es la base de la corrupción política y social. Allá donde hay un político mentiroso, hay un político corrupto y corruptor. Exagerar y mentir corrompen la realidad.

El fútbol y la sociedad necesitan mesura, análisis y reflexión. Si prendemos la mecha cada día, nunca habrá suficientes bomberos.