Fútbol

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Gajes del oficio

La Razón
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Bergantiños entró por detrás y de costado sin posibilidad de llegar al balón. Falta dentro del área. Falta que el árbitro Clos Gómez sancionó sin amonestación, acuciado por el drama que se vino encima. Fernando Torres, suspendido en el aire, desequilibrado, sin un punto de apoyo, se estrelló contra el césped, desmadejado. Cayó a plomo, la cabeza rebotó en el pasto y la angustia se apoderó de todo el fútbol menos de unos desalmados que de cuando en cuando quedan con otros descerebrados para molerse a palos e incluso para matarse. Giménez ocultaba, desesperado, la cara con la camiseta, mientras pedía a gritos una ambulancia. Gabi y Vrsaljko reaccionaron a velocidad del rayo para que el «Niño», sin conocimiento, «KO», no se tragara la lengua y el daño no fuera irreparable. Con los médicos afanados en recuperar al futbolista, los animales habituales empezaron a cantar «si se muere, qué se le va a hacer» y recordaron al colega Jimmi. Riazor entero les tapó el hocico y despidió al jugador del Atlético con una ovación cerrada. Restaban diez minutos de partido, pero había terminado.

No había llegado el «Niño» al hospital cuando Antonio Sanz, director de comunicación de Bahía, la empresa que representa a Fernando, conectaba con Olalla, la esposa del jugador, y con su madre para tranquilizarlas. El mundo del fútbol se volcó y empezaron a llover gritos de ánimo para Torres tanto de compañeros como de rivales, de clubes... Y el corazón, que había estado tanto rato en un puño, empezó a notar que la presión aflojaba porque «Nando», como le conocen en el Chelsea y con ese nombre le dedicaron un cariñoso tuit, había superado el momento crítico. También Bergantiños, muy preocupado y tranquilizado la misma noche en el hospital por el adversario caído. Se pasó de frenada. «Gajes del oficio», concluyó el «Niño».